La celebración, este viernes, del Día Internacional del Orgullo LGTBI, amenaza con provocar una de las primeras polémicas del mandato del gobierno bipartito de PP y Ciudadanos. La polvareda la empezó a levantar ayer la concejala socialista Marisa Ponga con la presentación por el registro municipal de una petición dirigida al Alcalde para que se cuelgue del balcón del edificio del Ayuntamiento la bandera arcoíris que identifica al colectivo LGTBI y sus reclamaciones.

Ponga relata en su escrito la historia de la celebración del Día del Orgullo, en un año en el que se cumplen, además, cincuenta de las revueltas en el pub neoyorquino de Sontewall que marcaron en el calendario la fecha conmemorativa de la reivindicación de los derechos y libertades de otras sexualidades.

El escrito de Ponga, que ocupó en el anterior mandato la concejalía de Antención a las Personas, finaliza con un recordatorio de lo realizado por el anterior gobierno, de forma que "el Ayuntamiento colocó en 2015 por primera vez la bandera LGTBI, y desde entonces, cada vez que se acercaba el 28 de junio, se colocaba en la fachada de la casa consistorial". Lo que pide Ponga, pues, es que no se interrumpa esta reciente tradición. De momento, desde Alcaldía no hubo respuesta, aunque fuentes próximas a Alfredo Canteli indicaron que "las decisiones del gobierno, las anunciará el gobierno cuando toque, y la agenda no la marcará la oposición". Todo hace indicar que el viernes el nuevo gobierno local celebrará de alguna forma la efeméride.

Más crítico se mostró el segundo del gobierno, Nacho Cuesta (Ciudadanos), que defendió el compromiso de su partido con "la defensa de los derechos de las minorías y los derechos del colectivo homosexual" pero rechazó "la política de gestos". "Eso no lo compartimos", recalcó Cuesta, "compartimos las políticas reales de defensa de los derechos de esas minorías, no quedarnos en el mensaje".