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Al Final De La Semana

Un San Mateo "low cost" y a contra reloj

Con poco dinero y sin tiempo, el PP descarta grandes escenarios y busca acomodo para los conciertos

La plaza de la Catedral, durante el concierto de "Sidecars", el año pasado. IRMA COLLÍN

San Mateo es la recurrente polémica del verano en Oviedo; y cada cuatro años crece en intensidad cuando cambian los gobiernos; aumenta el desbarajuste si hay relevo en el signo político. El que se va no suele colaborar y al que llega no le suele gustar lo poco o mucho que le hayan dejado hecho o medio hecho. El reparto de tareas ha puesto a Covadonga Díaz (PP) al frente del negociado. Le faltan manos para atender llamadas y oídos para escuchar críticas a cada movimiento que hace. Le llueven ideas y ofertas, habla con promotores, pero también con hosteleros, aprende a marchas forzadas y también a base de golpes; es su debut en una plaza de primera. Y ahí a los toros ya no los afeitan. Canterana del PP, en el último año del gobierno de Iglesias Caunedo llevó a los alcaldes de barrio; luego vivió en la oposición. Pero esto es otra cosa.

Certezas. No habrá grandes conciertos si por esto se entienden los recitales de pago con miles de espectadores; la plaza de la Catedral no tendrá música, aunque una idea pasa por colocar allí algún tipo de atracción infantil; los otros escenarios del Antiguo permanecen: Feijoo para el concurso de rock; el Paraguas para lo que llaman "otras músicas", un cajón de sastre entre alternativo y minoritario; y el Bombé para las orquestas.

Incertidumbres. Dónde estará el escenario principal es un arcano. En el PP gusta la Losa. La tarima iría colocada sobre la rotonda, mirando hacia el hotel y la gran explanada recién reparada quedaría para el público. A quien les quiera escuchar, dicen los del PP que ellos tienen para San Mateo 800.000 euros y que el tripartito gastó 1,7 millones; y claro, así no se puede. Quejas. Ni tiempo, ni dinero. La Ería, ante el Tartiere, es una alternativa. Allí funcionó bien cuando hubo una gran carpa y conciertos de pago pero con tirón. Temen que esté algo lejos para una programación de perfil medio. En uno u otro lugar habrá que poner barras. Se huele otra polémica cuando salga el contrato.

Los ofendidos. En el oído de la concejala ya zumban las quejas de los hosteleros de la zona vieja. De momento se tapan pero no les gusta lo que entienden como un vaciado del Antiguo. Los otros hosteleros, los de la patronal, los de Almeida, bufan contra los chiringuitos y piden el final de los vinculados a opciones políticas. El PP, de momento, no abre ese melón, aunque en los cuatro años de oposición no callaban con el asunto. Era otro PP, el de ahora está cambiado y aún tantea el terreno. Ya hay apuestas sobre el futuro de este San Mateo "low cost".

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