Cada vez son más los restaurantes que utilizan las redes sociales y se fijan en internet como un lugar en el que captar clientes. No en vano la red se ha convertido en los últimos años en una suerte de "plaza pública" en la que todo el mundo opina. En privado los hosteleros reconocen (aunque en público muchos de ellos lo nieguen) que cada vez se fijan más en las opiniones que dejan los clientes en las páginas web de reserva de mesa. Saber qué les parece bien y qué les parece mal a quienes visitan un bar es importante para estos empresarios. Pero algunos ya están hartos. Algunos llegan incluso a insinuar que detrás de las críticas están, en no pocas ocasiones, los empresarios dueños de bares y restaurantes de la competencia. Clientes ficticios que hacen mucho daño. ¿Quién no ha mirado hoy en día en internet para buscar opiniones sobre un bar antes de ir o de un restaurante antes de reservar? En las páginas más visitadas puedes incluso consultar el menú y hasta fotos del lugar y sus platos.

Pero algo está camiando, restaurantes en Gijón y en Avilés (aquí tienes un claro ejemplo) han empezado a contestar a sus clientes con más o meno gracia. Las opiniones negativas se pueden combatir, aseguran, con ingenio y argumentos. Pero otros estallan y llegan incluso a aludir a su vida personal. Es el caso de un hostelero ovetense que hace meses contestó con cierta rabia a un comentario en la red.

Pero, ¿qué había puesto el cliente para que el hombre estallara así? Después de valorarle con un "pésimo" (la nota más baja), el cliente en cuestión escribió. "No puedo valorar la oferta gastronómica porque las veces que he intentado comer allí me ha sido imposible, el personal no se preocupa para nada en buscarte mesa ni en encontrarla, no volveré".

La respuesta

Teclado en mano el hostelero contestó. "Lo que tiene que hacer es usar el teléfono para hacer una reserva y así no tendrá problema... Yo no se quién es usted porque esta aplicación permite poner un comentario pero no se sabe quién te lo pone pero sí le voy a decir una cosa: mi personal de cocina abre a la una y cierra a las cuatro menos diez, vuelve a las ocho y media hasta las once y media... porque la gente que tengo tiene familia, hijos y una vida", argumenta el hostelero.

El propio empresario se "calienta" y va más allá. "Mi media de horas diarias son 13, claro está que soy autónomo, descanso un día por semana exceptuando los meses de julio, agosto y septiembre que no descanso". "Este año he tenido tres días de vacaciones y a eso hay que sumarle siete días que estuvo mi padre ingresado que estuve en el hospital Central", enfatiza el empresario afeándole al cliente que le diga "que no tengo ganas de trabajar", enfatiza. "Si espero una cosa: que cumpa su palabra y no vuelva, disfrute de la vida", concluye el ovetense.