Fue una noche de ajustes. Todo era nuevo y hubo que solucionar muchas cosas sobre la marcha con mayor o menor fortuna. El escenario de la Losa se reveló más complicado de lo que parecía, tanto en la seguridad como en lo técnico. Antes de que Marta Sánchez subiera al escenario ya había cierto revuelo en la parte trasera del mismo. La seguridad había cerrado el acceso a la plaza de Los Ferroviarios desde la avenida Príncipe de Asturias y al público no le gustó la idea. Hubo protestas, quejas y amenazas de llamar a la Policía. Finalmente se optó por dejar pasar por el "backstage" a las personas con movilidad reducida; el resto se vieron obligados a subir y bajar escaleras para poder ver el concierto.

Y ver se ve bien. La plaza es grande y el escenario mucho mayor que el de la Catedral, en especial mucho más alto, pero un concierto además se tiene que escuchar, y ahí estuvo uno de los grandes problemas de la noche, en el sonido.

La música y la voz rebotaron ayer noche de una forma tremenda contra los edificios de enfrente del escenario, el hotel, y el público escucha el concierto al menos un par de veces, con las molestias que esto genera. Los técnicos deberán ajustar la dirección del sonido porque en algunas zonas de la Losa el efecto es sencillamente insoportable. Delante del escenario, en el cogollín, se escucha y se disfruta, pero es moverse unos metros y todo cambia.

De todos modos, lo suyo es que ha empezado San Mateo, y Marta Sánchez fue la encargada de abrir el escenario principal. Lo hizo a lo grande. Pasaban apenas cinco minutos de las nueve de la noche y el público, que se las sabe todas, no pudo evitar un grito de sorpresa al escuchar los primeros acordes del "No controles", uno de los clásicos de "Olé, Olé". El público, que a esas horas aún no había llenado la plaza, agradeció que empezase por algo que todos se sabían.

La cantante, que en varias ocasiones se mostró "encantada" de estar en Oviedo, presentó un espectáculo en el que además de la música tiene mucha importancia la estética. Recupera canciones de hace décadas, que es lo que el público espera, y les da un toque de electrónica latina que no las desfigura, ni siquiera las convierte en otra cosa. Sonaron, uno tras otro, los grandes éxitos de la formación con la que triunfó en los 80 y 90, aquellos años del pop, pero también hubo mucho de composiciones de la etapa en solitario.

Marta Sánchez es mucho más que aquel grupo y algunas de sus canciones son tan conocidas y coreadas como las de la banda. Así, se arrancó en la segunda canción con "Quiero más de ti", de su disco "Desesperada", que vio la luz en 1998. A la tercera fue una de las más esperadas, y no, no fue el himno nacional para el que, según se rumoreaba en la Losa, algunos se habían pertrechado de un cargamento de tomates. La tercera fue un mito de toda una generación, aquella canción con la que Marta Sánchez se hizo un Marilyn con "Soldados del amor". Pero ella es algo más que una cantante. Si Alaska la llamó "reina del pop español" no se puede quedar solo en cantar, así que el espectáculo que ayer presentó en la Losa iba más allá de un repaso a letras que forman parte de la memoria colectiva de varias generaciones.

Si el contenido es conocido, el continente es lo que puede sorprender. La cantante ha diseñado un espectáculo en el que ella es la protagonista, pero en el que hay sitio para mucho más. Marta Sánchez se cambió varias veces de vestuario, del negro al dorado, para ir desgranando una puesta en escena acorde con cada composición.

Lo da todo y lo hace rápido. Apenas llevaba media hora de concierto cuando presentó "a un gran artista con el que he tenido dos grandes éxitos". No podía ser otro, en el escenario de la Losa se plantó Carlos Baute. El público lo celebró, en especial aquellos que llevaban horas pegados a la valla con las banderas de Venezuela. Era la quinta canción de la noche, "Te sigo pensando". Se les nota que han trabajado juntos y que a uno le gusta la forma de hacer del otro. Pero lo que el público esperaba era otra cosa y no tardó en llegar. La Losa coreó el famosísimo "Colgando en tus manos" y se dejó llevar por los ritmos latinos del venezolano y la madrileña de padre asturiano y madre gallega. A estas alturas de la noche la Losa estaba repleta, que no llena, y el público esperaba aún mucho más de la noche. Marta Sánchez lo fue dando. Fue desgranando una a una todas sus canciones, esas que todo el mundo conoce aunque lo niegue. La combinación de "Amor perdido" y "Vivo por ella" fue anunciando el cierre del segundo bloque del concierto, que se despidió con "Desesperada". No era el final, aunque sí el principio del fin, un fin que llegó con una revisión de esa misma canción.

Luego llegó Carlos Baute, se despegó del pop y se puso latino del todo. Con la plaza y las calles adyacentes ya abarrotadas y poniendo a prueba el plan de seguridad de la Losa.

Una noche de prueba que al final dio un resultado mejor de lo esperado en algunos aspectos y peor de lo calculado en algunos otros. El nuevo escenario de San Mateo es, por lo que parece, atendiendo a la afluencia de público, mucho más atractivo que la plaza de la Catedral.

Habrá que ajustar cosas, pero la novedad parece que funciona en San Mateo.