Dos miradas sobre dos revoluciones tecnológicas que desarrollan, a su vez, dos lenguajes artísticos muy diferentes dentro de lo visual. La programación de la Noche Blanca de Oviedo, el próximo sábado 5 de octubre, traerá a la ciudad una de las últimas producciones del fótografo Pierre Gonnord y del artista canadiense Daniel Iregui. Los dos, con formatos diferentes, hablan de revoluciones tecnológicas e industriales contempladas en instantes totalmente contrapuestos de su evolución histórica. Así, Gonnord habla sobre el fin de la minería a través de sus retratos de mineros realizados por toda Europa, e Iregui reflexiona sobre la dificultad de desconectar de los nuevos medios digitales.

La primera se podrá ver en forma de diaporama (una secuencia ordenada de diapositivas) realizado por el propio Gonnord que se proyectará en gran formado en una pantalla LED instalada en la plaza del Ayuntamiento. La intervención de Iregui consiste en una gran pantalla interactiva y táctil, que reacciona ante los estímulos de los espectadores.

Pierre Gonnord es un fotógrafo francés (Cholet, 1963) afincado en Madrid desde finales de los ochenta. Aunque ha trabajado en otros sectores, desde finales de los años noventa ha iniciado una sólida carrera como retratista que le ha llevado a exponer en los principales circuitos de España y Francia, con obra, también, en los museos nacionales que más atención prestan al arte fotográfico.

Retratista con maneras clásicas, fondos neutros y esmero en el manejo de la luz, parte de la serie sobre el carbón se pudo ver por primera vez hace tres años, en su exposición "De laboris", centrada en el mundo del trabajo. Allí también incorporó algunos retratos a mineros entre los que destacan los realizados en un pozo de Cangas del Narcea. Gonnord definió entonces esta obra como "un réquiem por la minería" en el que se contempla el fin "de un modo de vida basado en el esfuerzo".

Al revés, Daniel Iregui ofrece una gran pantalla, que se instalará en el claustro de la fábrica de armas de La Vega en la que reflexiona sobre las consecuencias de otra revolución tecnológica, ésta en sus inicios. "End of broadcast", como se titula la pieza, es una instalación interactiva que refleja "nuestra falta de voluntad para desconectarnos", explica el autor. Se invita a los participantes a interactuar con una gran pantalla que actúa como una antena enorme que sintoniza canales de televisión en vivo y transmite fragmentos que reaccionan a los movimientos de las manos de los participantes.