"Oh Capitán, mi Capitán/ nuestro terrible viaje ha terminado/ la nave ha superado el último escollo/ próximo está el puerto,/ ya oigo las campanas y el pueblo entero te aclama". Los versos de Walt Whitman salen de la boca de Josefina Martínez y alguien, en las últimas filas de las butacas azules del salón de actos de la biblioteca Emilio Alarcos, las recita al unísono y a baja voz, como solo se hace en las iglesias.

Y es cierto que la experiencia ayer era casi religiosa. La charla sobre el gran poeta americano del siglo XIX ofrecida ayer en el campus del Milán congregó a los fieles de la poesía, a un lado y a otro de la mesa. Sobre el escenario el vicerrector, Francisco J. Borge, presentó a los ponentes como "los miembros habituales y resistentes del jurado del premio internacional de poesía Emilio Alarcos". A un lado, el catedrático tenía a las profesoras Josefina Martínez y Esther Álvarez y a la poeta almeriense Aurora Luque y, al otro, tenía a Luis Alberto de Cuenca, José Luis García Martín y al director en funciones del Instituto Cervantes Luis García Montero. El último despertaba casi tanta expectación como el propio Whitman, y a su llegada tuvo que hacerse alguna foto con alguna fan -si es que a los amantes de la poesía se les puede llamar así-.

El coloquio, centrado sobre todo en el título más popular de Whitman, "Hojas de Hierba", recorrió la vida y la obra del autor, además de sus influencias en la producción de autores posteriores, como Federico García Lorca. "Hojas de Hierba", fue definida como una "autobiografía descarnada y sincera" o como un "retrato de América en la vida de un hombre que no es Whitman, sino todos los hombres". Pero, ya saben: "Sí, me contradigo. Y ¿qué? / (Soy inmenso?/ y contengo multitudes)", como ya escribiera Whitman en su "Canto a mí mismo".

La excusa del homenaje al poeta fue la celebración del segundo centenario de su nacimiento. Aunque, ayer, en uno de los días por excelencia para la poesía en Oviedo, hubiera valido cualquier cosa. Una disciplina que disfruta de un buen estado de salud en la ciudad gracias, en buena parte, a la Cátedra Emilio Alarcos, como afirmó el director del Instituto Cervantes, que apuntó que "se había convertido en una referencia en el panorama de la literatura española".

Como decía el vicerrector, para el siguiente centenario del nacimiento de Whitman "lo más probable es que nosotros no estemos", pero "seguro que los versos de Whitman siguen con nosotros". O, al menos, con unos labios en la última fila de un auditorio que seguirán recitando, como una plegaria, esos "Mientras yo con dolorosos pasos/ recorro el puente donde mi capitán/ yace extendido, helado y muerto".