El lenguaje de la música llega directamente al corazón, y lo hace a cualquier edad. Así quedó demostrado ayer con el espectáculo "Blanca y negra" en el que cuatro mujeres emocionaron a un montón de niños de hasta cinco años en el auditorio del Conservatorio ovetense. Fue una actuación sin palabras pero con mucha comunicación.

"Blanca y negra" -un juego de palabras que alude tanto a los colores como a las figuras musicales- fue un mosaico de sonidos y ritmos que entusiasmó a los niños desde el primer momento.

El cuarteto, formado por Teresa García (violín), Paula Menéndez (chelo), Canela García (voz) y Adriana Pichardo (Piano) se subió al escenario en un principio sin instrumentos, y comenzó a recitar sonidos. Los niños, algunos de los cuales estaban con sus familias sentados en el escenario alrededor de las intérpretes, mostraron un entusiasmo extraordinario con los primeros compases, y muchos de ellos, sobre todo los más pequeños, hasta se carcajearon de emoción.

La música se fue sofisticando cada vez más, y las voces se fueron acompañando de sonidos de percusión, que podían ser las propias palmas de las cantantes -y del público, que interactuó durante todo el concierto- o, más tarde, de algunos instrumentos.

Después llegaron el violín y el violonchelo para interpretar "En la gruta del rey de la montaña", de Edvard Grieg , y el piano y la voz con "Cosi amor me fai languir", de Alessandro Stradella.

Llegado un momento del concierto, las intérpretes quisieron hacer más partícipes todavía a los niños, y mezclándose con el público los invitaron a tocar los instrumentos. También danzaron con pañuelos blancos y negros, y lanzaron pompas de jabón al ritmo del djembé, y los niños se lanzaron entusiasmado al escenario a capturarlas. Cuando entonaron la canción e despedida, el público, tanto el adulto como el infantil, concluyó encantado con un ovación.