La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Al Final De La Semana

El reto de explotar el filón cultural

La Noche Blanca demuestra un arrollador poder de convocatoria y Oviedo redescubre un sector de incalculable potencial

Una de las calles de la antigua Fábrica de Armas, repleta de gente, ayer, en la Noche Blanca. MIKI LÓPEZ

Estaba todo ayer en las calles de Oviedo. No hay que ir mucho más allá para encontrar argumentos. La gente quiere cultura, la gente responde ante la cultura, la gente disfruta de la cultura. Pero la gente no quiere churros ni chapuzas y van, todos a una, como haría cualquiera ante un gran escaparate, en busca del mejor producto. Y el producto Noche Blanca funciona. La maquinaria de José Castellano - el equipo de Caunedo la echó a andar no hace tanto con muchas ganas y cierto espíritu temerario- funciona con precisión. La ciudad en bloque ofrece lo mejor que tiene. Y los ciudadanos dan lo más que pueden, participar en masa y con entusiasmo.

A Oviedo le falta un relato con el que sacudirse complejos y decidir hacia dónde va. Que la Noche Blanca funcione es una señal. Dice que hay algo bajo la eterna siesta vetustiana. Y no es el único síntoma positivo. Funciona regularmente un red de galerías de arte cada vez más tupida y, entre cada jueves y domingo, a menudo también los lunes, el goteo de conciertos de calidad se adueña de otro puñado de salas privadas que han florecido casi sin ruido, pero ya una pequeña industria musical. Por supuesto, la clásica, la ópera, la zarzuela y la danza, tan asentadas, de tanto nivel, tan apoyadas y publicitadas, sustentan el atractivo cóctel cultural ovetense. Hace falta quien lo mezcle, lo empaquete y prepare el pastel más suculento que uno pueda imaginar. No faltarán clientes.

El mundo cultural es un filón y en Oviedo hay materia prima con la que trabajar. Y también dónde trabajar. El Campoamor es un contenedor de lujo, una caja de música de puro terciopelo necesitada de arreglos y de un timón firme pero con un enorme potencial. Ahí tiene su reto el alcalde, Alfredo Canteli (PP) y el equipo de Cultura, en manos de Ciudadanos, con el concejal Costillas a la cabeza.

Los bancos de colores. Canteli vio ayer, por primera vez como alcalde, el arrollador poder de convocatoria de la cultura ovetense. Disfrutó de la realidad virtual en La Vega y pasó, hasta bien entrada la noche, por varios de los puntos calientes de la cita. Fue el broche a una semana en la que recibió incluso alguna caricia de los contrarios políticos cuando, medio en broma, medio en serio, dijo que los bancos arcoíris de la Escandalera, el símbolo LGTBI en la ciudad, ya casi hasta le gustaban un poco. A su manera -el sello Canteli empieza a ser reconocible- bajó la intensidad de su recelo hacia esos bancos de colores, destensó un poco la situación y demostró que, pese a las críticas, empieza a tener cintura de lo que dice que no es: político.

Compartir el artículo

stats