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Circo y boxeo en el Campoamor

Cuando se inauguró el coliseo, tan esperado en la ciudad, se puso de moda organizar bailes de Carnaval, espectáculos de circo y hasta veladas de boxeo

Circo y boxeo en el Campoamor

Para cerrar, por ahora, el ciclo dedicado a ciertas singularidades alrededor del teatro Campoamor, me voy a referir a otros espectáculos que albergó el coliseo ovetense al margen de la música o el teatro y cuya celebración fue origen de polémica. Es el caso del circo y el boxeo, aunque al final el sentido común terminó por imponerse.

Recién estrenado el Campoamor, de inmediato, se desató en Oviedo cierta fiebre por organizar bailes en el teatro. Aunque en principio se utilizaba para los bailes de Carnaval, pronto optaron otras sociedades ovetenses a organizarlos con motivo de otras festividades.

La adjudicación de los bailes en el Campoamor se realizaba por el método de subasta. Por ejemplo, para los dos bailes de carnaval de 1900 el precio se fijó en 2.700 pesetas, cantidad respetable para la época.

La realización de bailes en el coliseo ovetense permitía desmanes inconcebibles hoy, como los sucesivos portazos al entrar o salir del teatro. Los espectáculos del escenario permanecían siempre con las luces encendidas. Las señoras se tapaban sus cabezas con monumentales sombreros, se fumaba, se bebía y se llevaba la merienda. Se vivía literalmente en el Campoamor durante los cuatro o cinco días de Carnaval. En la segunda década del siglo pasado desaparecieron estas prácticas.

En el mes de julio de 1927, el presidente de la Sociedad Filarmónica y el alcalde de Oviedo tomaban el acuerdo de suspender las sesiones de circo que se venían ofreciendo en el Campoamor, por considerar inadecuado e impropio el escenario para tal tipo de espectáculos.

Cuatro años más tarde, en diciembre de 1931, en pleno auge del deporte del boxeo, impulsado por la figura española de la época Paulino Uzcudun, el Campoamor era sede de una velada de cuatro combates entre púgiles destacados de la provincia. Curiosamente al final de la velada, uno de los triunfadores ofreció una exhibición física de su musculatura ante la sorpresa de los espectadores. Probablemente fue la última velada celebrada en el Campoamor, local elegido por el irrefrenable deseo de los aficionados de presenciar su deporte favorito y anta la falta de recintos cerrados.

El comienzo de la andadura histórica del teatro ovetense se inició con sobresaltos. El día siguiente a su inauguración, el diario "El Correo de Asturias" de 18 de septiembre de 1892 informaba de lo siguiente: "Ayer se supo con sorpresa e indignación que el tenor Cardinali que debía debutar en el Teatro Campoamor con la ópera "Ernani" se había fugado con dirección a Madrid en el tren expreso del día anterior". Al parecer el citado tenor había firmado un contrato de 10 representaciones y al tener conocimiento del mismo la empresa del Teatro Nacional de Madrid, con la que mantenía vigente otro contrato, fue conminado por la empresa madrileña a abandonar Oviedo amenazándole con reclamarle daños y perjuicios. El tenor antes de su huida, había dejado una carta dirigida al empresario ovetense del Campoamor, Turpini, en la que le comunicaba su decisión y el compromiso de hacer frente a cualquier reclamación económica. El asunto terminó en el Gobierno Civil y desconocemos su desenlace final, pero lo que es indudable es que amargó los fastos de la inauguración del Campoamor.

Otro hecho que causó serios incidentes en el Campoamor, fue la escenificación de la obra "La Oca" en abril de 1932, reventada por numerosos espectadores de las localidades altas del teatro. El diario "Región" tituló la información de "Vergonzoso espectáculo en el Campoamor". Tuvo que intervenir la policía deteniendo a varios exaltados y registrándose dos heridos. El empresario teatral Nicolás Navarro estaba sorprendido de la reacción del público ovetense, ya que en otras ciudades precedentes que habían visitado como Orense, Palencia o Pontevedra no se había producido incidente alguno.

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