Aquella primera remesa de becas "Erasmus" llevó a la ovetense Nuria Triana Toribio al Reino Unido en 1988. Estudiaba Filología Inglesa y todo cambió para ella. España vivía en efervescencia, pero ella aún más. Londres, música, cultura urbana, cultura popular. Tanto, que su tesis doctoral trató sobre Pedro Almodóvar y la subcultura. Nuria era una punk de "cresta interior", "porque en Oviedo había mucho mod pero no se podía ser punk". Así que, como no pudo ejercer en lo estético, lo hizo en lo ético y en lo profesional, se especializó en subcultura, principalmente en cine popular de los años ochenta. Pero le quedaba un resquicio y ahora lo ha resuelto, precisamente con una amiga sevillana de aquel curso de "Erasmus", Cristina Garrigós. A ellas se ha sumado una socióloga que trabaja en la Universidad de Oporto, Paula Guerra, y entre las tres han escrito un libro fundamental para entender la música y la cultura española de las últimas décadas, "God save the queens". Con esta paráfrasis de los "Pistols" y bajo el epígrafe de "Pioneras del punk" ponen negro sobre blanco el papel de las mujeres en el movimiento punk en España y Portugal en los años ochenta. Y de ahí surge mucho de lo que hay ahora. Las entrevistas que publican dan las claves para entender fenómenos como el de Rosalía, pero también el feminismo y la lucha contra el patriarcado.

Las tres investigadoras entrevistaron a Alice Bag ("The Bags"), Ana da Silva ("Raincoats"), Begoña Astigárraga ("Vulpes"), Ondina Pires ("Ezra Pound e a Locura", "Pop Dell'Arte", "Great lesbian show"), Palmolive ("Slits", "Raincoats"), Silvia Escario ("Último Resorte") y Tere González ("Desechables", "Raiser"). Todo se ha compilado en un libro, editado por 66 RPM que se presentará mañana, a las 19.00 horas, en la Lata de Zinc (Julián Cañedo). Habrá concierto a cargo de "Mila & the Stoofas", una banda punk femenina que se creó para hacer versiones de las pioneras que hablan en el libro, pero que al final se ha consolidado como grupo.

A Nuria Triana, que desde los 14 años había pasado los veranos en Inglaterra, siempre le había atraído el mundo punk. Era la música que escuchaba de joven y la cultura que se acercaba a lo que ella pensaba del mundo, todo con matices. Junto a sus compañeras quiso reivindicar el papel de la mujer en aquel movimiento. Lo hicieron después de ver cómo en la cuna del punk, en Reino Unido, se estaba empezando a hacer, se estaba poniendo a cada uno en su sitio y el lugar de las mujeres era mucho más importante del que se había contado hasta el momento tanto allí como aquí.

Las investigadoras pensaron que había llegado el momento de rescatar a esas mujeres del olvido y lo hicieron dándoles voz. Lo hicieron bajo la convicción de que "el punk comenzó de una manera muy igualitaria". Para Triana, "el punk fue el primer movimiento en que las chicas no eran las novias de los chicos del grupo". En otras palabras, "las chicas punk no llevaban las baquetas en un bolso gris". Solo hay que leer la entrevista a Begoña Astigárraga, cuando narra las peleas en las que participaban las chicas punks del Bilbao de los ochenta, para hacerse una idea de dónde habrían acabado las baquetas.

El libro es una joya sociológica. El punk es mucho más que un movimiento musical. Las "Vulpes", por ejemplo, solo dejaron un single y el famoso videoclip emitido en el programa de TVE "Caja de ritmos" en el que cantaban "Me gusta ser una zorra". La versión del tema de Iggy Pop acabó con el programa televisivo y convirtió a las "Vulpes" en mito. Astigárraga narra la gestación del grupo y la polémica con aquella canción que finalmente acabó con la disolución de la banda. Décadas después analiza la sociedad vasca de los ochenta y el movimiento del rock radical vasco. Explica que los punk no apoyaban las acciones de ETA y que los etarras atacaban a los punkis por drogarse. Un detalle. La componente de las "Vulpes" reconoce que no cantaban en euskera porque no hablaban la lengua vasca y revela que otros grupos como "Kortatu", en este caso de chicos, "cantaban en euskera al mismo tiempo que estudiaban el idioma".

En el libro aparece también Ana da Silva, de las "Raincoats", "una banda que le encantaba a Kurt Cobain y que se iban a ir de gira con 'Nirvana'", explica Triana. Aquella gira quedó truncada por el suicidio de Cobain, pero la idea del máximo exponente del movimiento grunge da la talla de la importancia que tuvieron las mujeres en aquellos años.

El punk llegó a España procedente de Inglaterra y lo hizo a lo bestia, sin restricciones, porque "fue el primer movimiento que llegó después de la dictadura de Franco". La transición propició también que "el punk fuese el primer movimiento en el que las mujeres se pudieron integrar y sumarse a la idea de que se podían subir a un escenario sin ser músico profesional".

Dos nombres. Alaska y Paloma Chamorro, en sus orígenes. La líder de "Dinarama" fue una de las introductoras del punk en España; la periodista fue la persona más influyente en la escena musical de la época.

"La historia del punk se ha contado desde el heteropatriarcado, ocultando la figura de la mujer y de los homosexuales, que había muchos", afirma Nuria Triana, que deja claro que "en el movimiento punk ha habido muchísimos grupos con tías a la cabeza".

Un libro de investigación en el que, pese a tratarse de una reivindicación de las mujeres, se narra la historia desde un punto de vista alejado del feminismo combativo. No es necesario. Ellas cuentan lo que vivieron y esas vivencias son parte de la historia de la música.