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El cardenal Roncalli y el accidente que sufrió en la carretera de La Espina

A lo largo del siglo XX fueron varios los representantes del clero que perdieron la vida en siniestros de tráfico

El cardenal Roncalli, futuro Juan XXIII, en Covadonga.

Varias personalidades del clero asturiano fallecieron en accidentes de tráfico que en su día tuvieron un gran impacto en la sociedad asturiana. A esta relación de accidentes sumamos, por su interés anecdótico, el sufrido por el entonces cardenal Roncalli y después Papa Juan XXIII, bajando La Espina en 1954 sin mayores consecuencias.

En la madrugada del 16 de agosto de 1937, cuando las tropas de Franco se acercaban a Asturias por Cantabria, el obispo de Oviedo y Conde de Noreña, Justo Echeguren y Aldama fallecía en un accidente de tráfico en las proximidades de Luarca. A la zona occidental, concretamente a Navia, se habían trasladado diversas entidades provinciales, entre ellas el Arzobispado, como consecuencia del asedio de Oviedo. Tres días después del fallecimiento del prelado, el Ayuntamiento de Luarca expresaba sus condolencias al Cabildo de la Catedral por la trágica muerte y remitía telegramas de pésame a la familia y al Ayuntamiento de Oviedo.

El accidente del coche del cardenal Roncalli, patriarca de Venecia y posteriormente Papa Juan XXIII, se produjo en 1954 bajando La Espina, en Las Rubias (Salas). Pasó desapercibido en su tiempo, por sus mínimas consecuencias, remoto aún su nombramiento como Papa. La información se recoge en la desaparecida revista "Asturias Semanal" en mayo de 1969, a través del recordado Faustino Álvarez y aporta el testimonio de la afectada por el atropello, Consuelo Rodríguez: "Fue aquí mismo, en ésta curva, el coche dio un golpe con la aleta y caí al suelo sin sentido, del accidente apenas se enteró nadie. Cuando recobré el conocimiento vi que me atendían el chófer y un señor que le acompañaba. Como no era grave prosiguieron viaje rápidamente. El cardenal, que viajaba en la parte posterior entre dos sacerdotes me dio la bendición. Tuve que estar cuatro o seis días en cama, más por el susto que por el golpe".

Consuelo Rodríguez, de 72 años, regresaba a su domicilio después de realizar labores agrarias cercanas a su pueblo.

Vivió toda la vida en su pueblo de Las Rubias, jamás había salido de Asturias y visitaba una vez al año Oviedo. La accidentada, se enteró por la prensa de que Roncalli bajaba por La Espina procedente de Covadonga y se dirigía a Santiago de Compostela.

Cesáreo Rodríguez García-Lorido, sacerdote asturiano natural de Villlayón, se licenció en Roma en Sagrada Escritura y en Derecho Canónico, profesor del Seminario y posteriormente titular de la Cátedra de Religión de la Universidad, publicó varias obras sobre el krausismo y las catequesis en Asturias. Cuando circulaba en coche por la recta de acceso a Salas, un vehículo que lo hacía en sentido contrario, transportando vigas qué sobresalían en exceso de la carrocería, chocaba con el coche de Cesáreo. Una de las vigas atravesó el pecho del sacerdote causándole lesiones mortales, aunque en la esquela figura como fallecido en Logroño cinco días más tarde.

Marcelino Ramos coadjutor y organista de la parroquia de San Juan en Oviedo, regresaba en coche el 30 de diciembre de 1968 de ver un partido del Real Oviedo en Vigo, acompañado de su amigo el confitero Lamelas. A la altura de San Tirso de Abres en el límite de Galicia y Asturias, en el lugar conocido como el puente de Podrido, el coche se precipitaba al río falleciendo ambos ocupantes. El cadáver de Marcelino tardaría algunos días en recuperarse.

El suceso causó gran conmoción en Oviedo por tratarse de personas muy conocidas. 50 años después la mayoría de los ovetenses recuerdan el suceso. Otro recuerdo de los ovetenses muy comentado en su día, fue el atropello por el coche del Arzobispo de Oviedo en la zona de San Esteban de las Cruces, a un peatón al que causó heridas. Según la rumorología de la época, al parecer, el herido no fue atendido con la celeridad debida.

Recuerdo que en la bajada de La Miranda en la antigua carretera de Oviedo-Avilés, existía una curva, muy cerrada por cierto, bautizada como "la del obispo", ignoramos si la llaman así en alusión al accidente de algún prelado. Tenemos noticia a través de nuestro admirado archivero de la Catedral, Agustín Hevia Ballina. del fallecimiento de otro sacerdote asturiano en accidente de tráfico, Carlos Novoa Cuesta, pero no recuerda fecha y lugar del accidente. Es probable que omitamos más accidentes pero sin duda, los citados son los más destacados.

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