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La Guerra Civil, maraña de prohibiciones

Entre las órdenes que afectaron a los ovetenses durante la contienda figuraban las de llevar banderas en los coches y sacar de la ciudad abrigos, hilos y corchetes

Ruinas entre el matadero y Arzobispo Guisasola, durante el cerco a Oviedo.

Ya hace ochenta años del fin de la guerra civil española y son muchas las curiosidades y anécdotas, que se dieron durante la contienda en Oviedo. Algunas llegaron a ser hasta divertidas sino fuera porque de fondo existía una dramática situación de riesgo de perder la vida o de superar las necesidades más perentorias de alimentación o higiene diarias.

Justo al mes de estallar el conflicto, el 19 de agosto de 1936, en plena orgía represiva de ambos bandos, el delegado en la Cárcel Modelo de la Primera Autoridad Militar en Oviedo advertía de que "son inútiles las recomendaciones que se hagan en favor de los detenidos".

Después de dos meses de lucha, el 20 de setiembre de 1936, el diario "Región" daba cuenta de la recepción de la primera carta en dos meses, procedente de Boñar, por conducto de la Comandancia Militar a través de la aviación franquista que partía de León. En el sobre figuraba el texto "suplicada a nuestra gloriosa aviación" y venía firmada por varios asturianos residentes en la villa leonesa.

Con el fin de responder a la impunidad de la aviación republicana que empezó a bombardear la ciudad a partir del 25 de julio, el diario "Región", el 29 de agosto de 1936, patrocinó una suscripción en la ciudad para ¡adquirir un avión! Durante varios días se publicaron relaciones de donantes en favor de aquel despropósito. Hasta hubo un donativo anónimo de 15.000 pesetas, un capital para la época. Al final el jefe militar de la ciudad, el coronel Aranda, puso un poco de sentido común y se canceló la suscripción. Desconocemos si se devolvieron las cantidades aportadas a sus donantes...

El 30 de agosto de 1936, la prensa informaba de que a partir del día siguiente, sólo podría circularse por las calles de Oviedo hasta las nueve de la noche. Los establecimientos públicos podían permanecer abiertos hasta las 8 y los domingos y festivos hasta las nueve, permitiendo abrir a partir de las 6 de la mañana. En diciembre de 1936, un nuevo decreto regulaba los horarios, fijando los cierres a las siete y media. Curiosamente en el año 1929, a los cafés y restaurantes se les autorizaba a estar abiertos hasta las doce de la noche con una condición sorprendente: a partir de las 10,30 no se despachaban bebidas alcohólicas.

Las comunicaciones regulares con Oviedo por tren o autobús estuvieron limitadas hasta la zona republicana durante el tiempo que duró el asedio a la capital. Con la apertura del "pasillo" del Naranco a partir del 17 de octubre de 1936, se puso en funcionamiento desde el 9 de noviembre la línea de viajeros a Grado, Salas y Luarca, haciendo transbordo en Grado.

Una orden curiosa es la promulgada el 30 de diciembre de 1936, en la que se establecía la prohibición de sacar de Oviedo artículos de abrigo y objetos como hilos, botones y corchetes, que la autoridad militar estimaba necesarios para la población.

Oviedo era entonces toda una referencia en el norte de España en el sector de la paquetería. En alguna época llegó a reunir hasta 12 almacenes, y era habitual la concurrencia de forasteros que acudían a la ciudad a proveerse de prendas de abrigo y complementos para sus negocios. Llama la atención otra orden del 18 de junio de 1937, del Juzgado de Instrucción de la capital con sede en Ules, en la que advierte a los médicos de Oviedo el "deber de no facilitar certificados facultativos a procesados, testigos y peritos, más que en caso de tratarse de enfermedad verdaderamente comprobada".

Otras prohibiciones durante el periodo bélico fueron la de llevar banderas en los coches y la exportación de ganado y de avellana. También se reclamaba la entrega de máquinas de escribir o aparatos de radio a quienes estuvieran en posesión de ellos.

En marzo de 1938 el Ayuntamiento de Oviedo, ante la falta de "material mecánico", prohíbe a partir del 1 de abril "la colocación de recipientes de basura en los portales de las casas y entradas de comercios y almacenes y los vecinos la bajarán a la hora del paso de los camiones que se avisará mediante toque de corneta un cuarto de hora antes de pasar el camión".

No abordamos el tema de la imaginación para la supervivencia diaria de adquirir alimentos, carbón o leña. Pero cabe recordar que el primer producto que faltó en Oviedo durante el asedio fueron los huevos y así continuaría el resto del conflicto, incluso en los años inmediatos a la terminación de la guerra. A propósito de esa escasez Eugenio D'Ors propuso una de sus ideas ingeniosas y dijo: "Hay que suprimir el plural de huevos".

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