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Visiones De Ciudad

Los semáforos de Oviedo, New York

Diatriba sobre los símbolos de la ciudad y homenaje al "Manhattan" de Woody Allen

El Fontán, un lugar que el autor disfrutó en su atraversarlo con prisa. MIKI LÓPEZ

I. "Él adoraba Oviedo. Lo idolatraba de un modo desproporcionado". No, no, mejor así? "Él lo sentimentalizaba desmesuradamente". Eso es. "Para él, aquélla seguía siendo una ciudad que latía entre los acordes universales de Vaudí y los cuadros magistrales de Toño Velasco". No, volvamos a empezar. "Capítulo primero: Él sentía demasiado románticamente Oviedo. Vibraba con la agitación de los San Mateos y los Martes de Campo, entre las imágenes de Woody Allen y Mafalda". No, tópico, demasiado tópico y superficial. Hazlo más profundo. "Capítulo primero: Adoraba Oviedo, aunque para él era una metáfora de la decadencia de la cultura contemporánea. Qué difícil era sobrevivir en una sociedad insensibilizada por el Calatrava, la estridencia de las gaitas, la normativa contra los conciertos en los bares, las brasas de los bablistas?". No, demasiado amargo. No quiero ganarme enemigos nada más empezar el texto. "Capítulo primero: Él era tan duro y romántico como la ciudad a la que amaba. Tras sus camisas de cuadros se agazapaba el vibrante poder sexual de un jaguar". Esto me encanta. "Oviedo era su ciudad. Y siempre lo sería".

II. En cierta medida, todas las ciudades son un inmenso semáforo. La etimología de "semáforo" es simple y deliciosa: "sema", símbolo, y "foro", pues eso, foro. Un semáforo es un panel de símbolos. Los semáforos son semáforos, pero también es un bellísimo semáforo, por ejemplo, la fachada de la Catedral. Entornos en donde colocar símbolos. Es importante distinguir señal y símbolo. La señal -el humo respecto del fuego- está naturalmente unida a su significado y, esto es importante, no lo sustituye. El símbolo -el escudo del Real Oviedo respecto del equipo de fútbol- está arbitrariamente unido a su significado y, por ser lenguaje, cosa que las señales no son, tiene la peligrosísima capacidad de ser confundido con su significado. El campo es el ecosistema de los signos. La ciudad es el ecosistema de los símbolos. Por eso las ciudades son tan peligrosas. Por eso el lenguaje ha de ser siempre tratado con la prudencia del manipulador de nitroglicerina. Por eso siempre es deseable que las ciudades mantengan un perfil simbólico bajo. Pero Oviedo es un semáforo gigantesco.

III. Y cada vez lo es más. A medida que las relaciones humanas sanadoras y significativas se van diluyendo en la ciudad llena de pantallas y van quedando sustituidas por las compras, la identidad y las tecnologías, las personas quedamos más indefensas ante la fascinación de los símbolos. Llega la fotografía digital y se colocan un par de carteles -en la Plaza del Carbayón y en el Paseo de los Álamos- con la palabra "Oviedo", cuya función principal es servir de semáforo ante el que hacerse selfies. Llegan los movimientos sociales identitarios y la Escandalera se llena de? de? -un momento, interrumpo la escritura del texto, que voy a bajar a contarlos [?] Ya he vuelto- ¡veinticuatro! veinticuatro bancos para sentarse convertidos en semáforos LGTB+.

IV. Y en el colmo del paroxismo simbólico, en un momento agárrame-el-cubata-que-voy-tó-loco, el alcalde va y nos planta en el ombligo de la ciudad a la que más amamos una bandera de España convertida en un pastiche cutrón, una cursilada brilli-brilli con la sensibilidad de una vuvucela en medio de un canto de la calenda de las Pelayas, un pegote kitsch tan grande que un pegote kitsch mayor no puede ser pensado. Vaya hor-te-ra-da. Qué pena que, en la ciudad que cuenta con miniaturas de una belleza sublime como Santa María del Naranco o San Miguel de Lillo, el principal activo del que presume la principal intervención urbanística del alcalde sea su desmesurado tamaño. El de la intervención, no el del alcalde. ¿Qué símbolo arbitrario es éste que necesita apoyar su valor comunicativo en sus dimensiones? Por su parte, el PSOE, cuya empanada ideológica nunca defrauda, se opone y propone colocar al lado una bandera de Asturias, demostrando que lo que les jode del sintagma "bandera de España" no es "bandera" sino "España". ¿Por qué tener un solo bodrio pudiendo tener dos? Será por perres, digo, por banderes?

V. Una idea para un cuento corto sobre las gentes de Oviedo, que se están creando constantemente verdaderos e innecesarios traumas neuróticos porque eso les libra de enfrentarse con otros problemas de carácter universal de más difícil solución. Tiene que ser optimista, eso es, ¿por qué vale la pena vivir en Oviedo? Ésa es una buena pregunta. Bueno, hay ciertas cosas que creo que hacen que valga la pena, ¿cómo cuáles? Por mi parte yo podría decir que Ángel González, Pablo Moro cantando "Thunder road", las sendas menos transitadas del Naranco, las conferencias de la Fundación Gustavo Bueno, supongo, compartir una tertulia con tres genios tan dispares como Edu Galán, Domingo Caballero y Fernando Menéndez, los Oviedo-Sporting sea cual sea su resultado -esto último es mentira y lo sabéis-, las lecciones de composición de canciones del maestro Héctor Tuya, esa primerísima hora de la mañana de los días de invierno cruzando a toda velocidad el Fontán porque llegamos tarde a algún lado, los conciertos que monta Belén Suárez para fliparlo todo con Álvaro Bárcena y Sil Fernández, esos dos o tres días al año que apetece cenar en una terraza, que la Fundación Princesa de Asturias haya conseguido que Bob Dylan, Quino, Martin Scorsese, Les Luthiers y Woody Allen sean parte de la historia de Oviedo, la Cátedra Leonard Cohen, claro? el puesto de Verdú del Paseo de los Álamos, el Paraguas en cualquier momento del año a cualquier hora del día o de la noche, las columnas de Javier Cuervo, la torre románica de la Catedral que se medio ve desde el Tránsito de Santa Bárbara, el nombre de "Tránsito de Santa Bárbara", la semana de primavera en junio, entrar en un bar y enterarte de que está a punto de empezar un concierto de Puri Penín y Michael Lee Wolfe, andar por el Campo de San Francisco dando patadas a una castaña y conseguir llevarla hasta el final? el rostro de Marta?

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