Familiares, amigos y cercanos despidieron ayer en Los Arenales, primero, y en el Corazón de María, donde se celebró un funeral por la tarde, a Santiago Onís (Salamanca, 1933), histórico profesor de Alemán de la Escuela de Comercio y durante muchos años secretario del Instituto Alfonso II.

Pese a que Onís nació y se formó en Salamanca, acabó recalando en Oviedo en 1964 de una forma un tanto azarosa. Su hijo Santiago recordaba ayer cómo consiguió trabajo como profesor de instituto de una forma un tanto interina y cómo acabó pidiendo a la familia que se trasladara a vivir con él a Asturias al comprobar que el destino iba a acabar siendo algo definitivo.

Aquí, en Oviedo, y acompañado de su mujer, María Ángeles Peral, vio nacer al resto de sus hijos y forjó amistades y trayectoria laboral que le mantendrían vinculado a la ciudad. Su familia destacaba ayer su afición por el esquí y su gran vinculación durante aquellos años con la estación de Pajares, que solía frecuentar con sus hijos, solo o con grupos de amigos.

Profesor de Alemán en una época en la que no era tan frecuente, lo suyo había sido una especialización también algo azarosa, tras haber estudiado Filosofía y Letras en Salamanca. En Oviedo empezó siendo profesor en el Instituto Alfonso II, donde fue durante muchos años el secretario del centro. Dieciocho años más tarde, Onís dejó el instituto y se dedicó ya en exclusiva a la Escuela Universitaria de Comercio, donde ya venía impartiendo docencia y donde acabó como catedrático de Escuela Universitaria.

De jubilación tardía, no dejó su puesto hasta los 70 años, e incluso aquel año, ya cumplida la edad en el mes de noviembre, la Universidad de Oviedo le permitió completar el curso. Su entorno lo recordaba ayer con cariño y como una "cabeza privilegiada", un hombre que disfrutaba del estudio, le gustaba mucho leer y tenía la capacidad para aprender muchas cosas y que mantuvo esa curiosidad hasta casi el final de sus días.