Dice el padre de Luis Gómez, un niño ovetense de 7 años, que el pequeño se empeñó en salir de casa a las cinco menos cuarto de la tarde para coger un buen sitio y poder ver de cerca a Baltasar, su Rey Mago favorito. Antes de echarse a la calle, dejó preparados tres vasos de leche y unas galletas para Sus Majestades y se apostó en la calle Uría para esperar a la cabalgata, que salió de la Escuela de Minas casi dos horas después, a las seis y media en punto. Su decisión resultó ser acertada, ya que ayer no fue fácil encontrar un hueco a lo largo de todo el itinerario para ver pasar la comitiva. Según fuentes municipales, alrededor de cien mil personas llenaron de ilusión las calles de la ciudad para disfrutar de "la cabalgata más multitudinaria que se recuerda en Oviedo".

Lo cierto es que la ciudad estaba a reventar. En la mayoría de las calles del desfile, con un itinerario más largo que otros años, había hasta cinco filas de personas y muchos niños sobre los hombros de familiares para buscar perspectiva.