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Una retrospectiva sobre Linares

La Universidad de Oviedo inaugura el miércoles una exposición que rinde homenaje a seis décadas de creación del artista de Navelgas

Linares, con Severo Ochoa, en Luarca.

A la mayoría de los seres humanos, desgraciadamente, se les valora mucho más cuando fallecen que mientras viven. En el caso de los artistas plásticos esa aseveración se eleva a la enésima potencia, ya que sus obras, generalmente, se revalorizan después de fallecidos.

Manuel García Linares (Navelgas,1943) es una excepción a la anterior regla, ya que, de momento y deseamos que durante muchos más años, es muy valorado tanto en los círculos artísticos como en el ámbito personal.

La admiración hacia Manolo se percibe cuando caminas a su lado por las calles de Oviedo y resulta totalmente imposible recorrer unos metros sin que le paren para saludarle, para darle unos besos o abrazos, según el género, o para preguntarle su opinión sobre algún tema de actualidad.

Su obra escultórica también es muy valorada tanto por el público ovetense como por el foráneo. "La Lechera" y su burra de la plaza Trascorrales sirven de artístico fondo fotográfico para los turistas; su "Adiós, Cordera", ubicada ahora con muy buen criterio en el Campo San Francisco, ya puede ser acariciada por los niños y mayores que se acercan a ella para retratarse a su lado; y también causa gran admiración la realista estatua del exalcalde ovetense Luis Riera, sentado, con la pierna cruzada, en un banco junto a la iglesia de San Juan.

Linares, paisano rural, artista, hombre polifacético y cosmopolita, excesivamente comprometido con su tierra, ha puesto a Navelgas en el mapa de Asturias mientras residía en París, Shefield, Puerto Rico, Nueva York, Burdeos, Estrasburgo y Madrid. Hace un cuarto de siglo volvió a refugiarse a Asturias y se quedó para siempre en esta tierra que desde fuera se valora y desde dentro se padece, como él mismo indica muy a menudo. Manolo pinta y retrata como nadie el matriarcado del mundo rural asturiano y, además de pintar, sabe dibujar, y eso ya es mucho en el arte de hoy en día en el que todo vale, no hay normas e incluso algunos se autodenominan pintores sin saber dibujar.

Este quijote temperamental siempre pone en valor sus orígenes y por eso se implica más de lo que debiera, emocional y económicamente, de forma altruista, en promocionar su Navelgas natal, su concejo de Tineo y su tierra asturiana. Ha puesto dinero de su bolsillo para que Navelgas pudiera participar en los campeonatos mundiales de bateo de Sudáfrica y de Japón.

De niño se crío en el bar pensión que Enriqueta y Lulo, sus padres, regentaban en la cabecera del Cuarto de los Valles. En esa época conoció en primera persona las tareas agrícolas y ganaderas de su familia y de sus vecinos. Posteriormente, estudió interno el Bachiller en el colegio de los Dominicos de Oviedo antes de matricularse en la Escuela de Artes y Oficios de la capital del Principado. En 1962 se marchó a París para recibir formación en los talleres de dibujo de Saint Germain. En esa etapa alterna sus clases de arte con su trabajo temporal en una empresa de limpieza de oficinas. En su estancia en la capital francesa confraterniza con José Maldonado, último presidente de la República en el exilio, natural también de Tineo, con quien mantiene prolongadas y enriquecedoras charlas. En París también conoce a Pablo Picasso y a Orlando Pelayo.

En 1965 se establece en Madrid para seguir formándose en el Círculo de Bellas Artes y a principios de los años setenta viaja a Centroamérica, residiendo temporalmente en Puerto Rico.

En 1975 contrae matrimonio con Isabel Marsá, profesora de Inglés, y se trasladan a vivir a Sheffield, en Inglaterra. Unos años más tarde nacen sus hijos Jaime y Almudena (quien, dentro de tres meses, convertirá a Manolo en abuelo primerizo de un nieto varón).

En su amada Navelgas ha participado activamente en la creación de la asociación de vecinos, en la fundación del periódico "El cuarto de los Valles", en recuperar la esfoyaza, en inventar el Día de los pueblos de Asturias, en organizar los campeonatos mundiales de bateo de oro y en conseguir que su pueblo fuese reconocido como ejemplar en octubre de 2003 por la Fundación Príncipe de Asturias, precisamente, unos días antes que Don Felipe de Borbón anunciase su compromiso de boda con la asturiana Letizia Ortiz.

En el campo literario publicó en 1989 el libro "Molinos de agua y maquila"; en 1991, "A ras de tierra"; en 1992, "Asturias, de campo a mar" y, en 1994, "La caza en Asturias". En la actualidad, escribe periódicamente artículos de opinión en LA NUEVA ESPAÑA.

En 1960, con apenas 17 años, consigue una mención de honor en un certamen pictórico de Educación y Descanso con el cuadro titulado "Vagabundos". En 1964 gana en Madrid la medalla de plata en un certamen nacional de la Obra Sindical representando a Asturias. En 1969 obtiene la medalla de bronce en la I Bienal "Julio Gargallo" de Gijón. En 1971, un óleo suyo consigue el accésit en el Certamen Nacional de Pintura de Luarca y al año siguiente obtiene otro accésit, y un primer premio y mención honorífica en acuarela. En 1974 es seleccionado para participar en la I Bienal de Arte "Ciudad de Oviedo" y en 1981 participa en la I Bienal "La Carbonera" de Sama de Langreo.

Su primera exposición individual tiene lugar en 1960 en los bajos de la cafetería Rívoli de Oviedo. En 1966 muestra su obra en León; en 1968 exhibe óleos y dibujos en el Club Pueblo de Madrid; en 1969 expone en el Ateneo de Gijón, en la galería Abril de Madrid y en la Embajada Española en Lisboa.

En 1970 expone en la galería L'Ami des Lettres de Burdeos; en 1974, en el Salón Oller de la Casa de España en San Juan de Puerto Rico; en 1976, en la Visión Gallery de Sheffield, en Inglaterra, y, en 1980, en la Woodstock Gallery de Londres. También participa en una exposición colectiva en Nueva York.

Tras su regreso del Reino Unido, expone en Madrid, León, Gijón, Salamanca, Torrelavega, Madrid y Oviedo. En 1982 muestras sus obras en la galería Aktuaryus de Estrasburgo y en 1992 lleva a cabo una exposición retrospectiva de su obra en el Centro Cultural Galileo de Madrid. En 1994, con el fin de recaudar fondos para Mensajeros de la Paz, de su íntimo amigo el Padre Angel, organiza una exposición en Centro Asturiano de Madrid. En 1983 participó en una exposición colectiva en el Salón de las Naciones de París.

Linares tiene colgadas obras suyas en instituciones como el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía y la Academia de Bellas Artes de San Fernando, ambas en Madrid. En Asturias está representado en el Museo de Bellas Artes de Asturias, en el Ayuntamiento de Oviedo y en la colección de Cajastur.

Su dedicación a la pintura la alterna con la escultura. Sus obras públicas más conocidas son "La Lechera", de la plaza Trascorrales de Oviedo (1996); el monumento a Marino Gutiérrez, en el parque de La Felguera (1997); "Adiós, Cordera" (2002), en el parque San Francisco de Oviedo; el monumento a Jesús el Pirulero (2007), en Mieres; la estatua del exalcalde ovetense Luis Riera, sentado en el banco junto a la iglesia de San Juan el Real (2008), y el homenaje de la boina, las chimeneas y las montañas de su íntimo amigo Rufino Roces, en La Felguera (2015). Cabe reseñar que el pintor mantuvo también una profunda amistad con el premio nobel Severo Ochoa, a quien guio por los frondosos caminos del Cuarto de los Valles.

La retrospectiva de Linares que podremos admirar durante un mes, a partir del próximo miércoles, en la sala de exposiciones del edificio histórico de la Universidad de Oviedo será un excelente momento para demostrarle a Manolo que lo valoramos mucho ahora y que esperamos disfrutar de su genio y figura durante muchos años para que sus cuadros no se revaloricen.

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