"Cuando murió mi madre todo cambió para mí, esperaba más generosidad por parte de mi hermano Carlos, el actual duque de Alba; pero no se produjo y tuve que irme del palacio de Liria, que había sido mi casa durante cincuenta años". Cayetano Martínez de Irujo Fitz-James Stuart, duque de Arjona y conde de Salvatierra, quinto hijo de los seis que tuvo la duquesa Cayetana de Alba fruto de su matrimonio con Luis Martínez de Irujo y Artazcoz, contó ayer en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA su verdad. Es la misma que cuenta en el libro "De Cayetana a Cayetano", que va por la séptima edición y ha sido una verdadera catarsis en su vida.

El duque de Arjona, jinete olímpico, padre de dos hijos mellizos y, ante todo, un hombre que valora la humanidad en los demás, habló ante un abarrotado Club de sus traumas infantiles y del profundo abandono que sintió cuando sus hermanos mayores le comunicaron la muerte de su padre, descendiente de una familia de la nobleza navarra, sin recibir siquiera un abrazo de consuelo. "Ese dolor me ha acompañado toda la vida y hasta hace poco no podía hablar de mi padre sin ponerme a llorar", indicó Martínez de Irujo, que en la actualidad solo mantiene relación con su hermano Fernando, al que siempre ha estado muy unido.

"A mis hermanos no les ha hecho gracia el libro, pero yo me limitó a contar la verdad", señaló. El conde de Salvatierra se mostró especialmente dolido con la reacción de su hermana Eugenia, la única niña de la familia, con la que siempre se ha llevado muy bien. "Cuando me operaron de una obstrucción intestinal ni siquiera me mandó un mensaje ni vino a verme; los otros tampoco, pero de ella me duele especialmente, siempre ha sido la niña querida por todos", aseguró.

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"Jesús Aguirre, el segundo marido de mi madre, fue muy negativo para nosotros y para la Casa; no entendió nada; en cambio Alfonso Díez, con el que pasó los últimos años de su vida, fue estupendo, una persona excepcional", recalcó. Cayetano tuvo palabras de cariño y admiración para su madre, Cayetana de Alba, la mujer que acumuló mayor número de títulos nobiliarios en el siglo XX, con un total de 57. "Lo más importante de su vida, además de nosotros, fue su patrimonio, a él dedicó toda su vida y buena parte de su fortuna". De hecho, Martínez de Irujo inicia el libro con la inauguración del palacio de Liria, la residencia madrileña de los Alba, tras su restauración después de los daños sufridos en la Guerra Civil. La duquesa continuó la labor de su padre, Jacobo Fitz-James Stuart. "Ser duquesa de Alba con 57 títulos y a la vez ser tan mundana y tan moderna no es nada habitual; con nosotros fue estricta, pero nos dejó hacer nuestras vidas", indicó el duque de Arjona.

Cayetano relató cuando llamó a su madre desde Francia, donde se encontraba compitiendo, para contarle que había dejado embarazada a su entonces novia, Genoveva Casanova, con la que llevaba dos meses. "Estaba feliz con sus nietos y a ellos les consintió cosas que a nosotros jamás nos dejó hacer; lo que sí me pidió fue que me casara con Genoveva". Y así lo hizo. Aunque el matrimonio terminó en divorcio mantiene una buena relación con la madre de sus hijos, que estudian en Inglaterra, para los que ha sido y es un padre cercano. "Con mis hijos he hecho lo contrario que hicieron conmigo; hablo mucho con ellos desde que eran pequeños y me gusta contarles todo".

Cayetano Martínez de Irujo, que fue presentado por Laura Galguera, vicepresidenta de la Asociación Iberoamericana de la Comunicación (Asicom), tuvo palabras de agradecimiento para Luis María Anson, prologuista del libro, y para Carmen Gallardo, que le ayudó a escribirlo.

Recalcó que ya no hará más presentaciones. "He querido venir a Oviedo y a LA NUEVA ESPAÑA, pero ya no habrá más". Martínez de Irujo anunció que en verano regresará al concurso hípico de Gijón.