"Esto es mejor que Neftlix, chaval". Una de las adolescentes que ayer se sentó en el patio de butacas del teatro Campoamor para ver el ensayo general del segundo reparto de la ópera "Lucia di Lammermoor" estableció automáticamente esta peculiar comparación. Lo dijo en voz baja en cuanto comenzó la función. Se quedó prendada de la puesta en escena de Nicola Berloffa y de la escenografía y vestuario de Justin Arienti. No se esperaba que algunos personajes vistieran "kilt", pese a que la ópera está ambientada en tierras escocesas.

Más de 800 alumnos de Secundaria y Bachiller de una decena de centros educativos asturianos asistieron al espectáculo, protagonizado en esta ocasión por la soprano Sara Blanch (Miss Lucia), el tenor Alejandro del Cerro (Sir Edgardo de Rawenswood), el barítono Gustavo Castillo (Lord Enrico Ashton) y el bajo Francisco Crespo (Raimondo Ribedent), junto al tenor Albert Casals (Lors Arturo Buklaw), la mezzosoprano María José Suárez (Alisa) y el tenor Moisés Marín (Normanno).

El amor imposible entre Lucia y su amado enganchó a los chavales. Aunque ya conocían el argumento del clásico de Donizetti porque lo habían trabajado en las aulas, algunos no sabían muy bien qué esperar de la función al ser su primera vez en la Ópera. Eso le pasó a Javier Zazo, alumno de 16 años de Bachiller Artístico en la Escuela de Arte de Oviedo. "Cuando pienso en Ópera me vienen a la cabeza las palabras 'elegancia' y 'arte'. Estoy expectante". El estudiante entró de los primeros en el teatro junto a dos compañeras de clase: Alisson Espín, de 18 años, y Andrea de Forno, de 17. Los tres buscaron por sí mismos su ubicación en el patio de butacas mientras lanzaban miradas de asombro a los palcos, el escenario y los pisos superiores. "La verdad es que impresiona un poco", comentó Andrea a la vez que su amiga Alisson, algo más acostumbrada a la ópera, alababa la buena situación de sus asientos, en la mitad del patio. Sus profesores les propusieron la experiencia operística como parte de las actividades académicas.

Eso fue lo que hizo el resto de equipos docentes de los centros participantes: Instituto Alfonso II, Aramo, La Corredoria, La Ería, Pando, colegio Amor de Dios, Santa María del Naranco, Instituto Monte Naranco, Pérez de Ayala, Leopoldo Alas Clarín y Noreña. Una lista aún más grande si se tiene en cuenta que la actividad se repite a lo largo de la temporada de Ópera, de septiembre a febrero, llegando a los 6.000 chavales y que además también participan profesores y alumnos de conservatorios de música, los mecenas junior de la ópera y personal de la Consejería de Cultura. En algunos casos, los centros pagan cinco euros por entrada a través de la gestión de Recrea (Sociedad Pública de Gestión y Promoción Turística y Cultural del Principado de Asturias), mientras otra parte del público joven participa gracias a un acuerdo municipal realizado por la concejalía de Cultura.

"Se lo toman muy en serio. Los hay que hasta se ponen sus mejores galas. Les impone y les apetece muchísimo ver la ópera. Cualquier título". Graciela Suárez, profesora de matemáticas en el Alfonso II fue al Campoamor junto a 80 alumnos del instituto. No es la primera vez que lo hace. Fue una de las docentes pioneras en el programa de ópera para estudiantes cuando estaba destinada en Pola de Laviana. "Fletaban autobuses. Los críos se lo pasaban pipa. Es un programa cultural que debe continuar", comentó antes de entrar en el patio de butacas con un grupo. Otro profesor, José Bienvenido, consideró la función de ayer como una práctica para sus estudiantes del ciclo superior de Imagen y Sonido del Instituto Aramo. "La ópera es el espectáculo total. Analizamos la iluminación, la escena, la manera de poder grabarlo... Es una clase perfecta para ellos".

Tampoco faltó a la cita el presidente de la Ópera de Oviedo, Juan Carlos Rodríguez-Ovejero, junto al tesorero de la agrupación, Javier Calzadilla. Ambos tildaron de éxito la función, casi como un "concierto de moda de pop- rock".