El bulevar de Santullano se convirtió ayer al mediodía en el de los sueños rotos. Al menos, los del equipo de gobierno anterior y las asociaciones que habían apoyado que se ejecutara el proyecto Bosque y Valle, ganador del último concurso de ideas, que ayer quedó descartado de forma definitiva. El concejal de Urbanismo, Nacho Cuesta, fue el encargado de escenificar el entierro del bulevar del tripartito, junto a David Gistau, uno de los arquitectos redactores del plan, suscribiendo en público un acuerdo de rescisión del contrato por el que el Ayuntamiento indemnizará a la empresa con 314.000 euros.

Nacho Cuesta aseguró que esta salida "no supondrá al Ayuntamiento coste adicional alguno". El concejal razonó, así, que si se suman los 225.000 euros a la empresa por rescindir el acuerdo y los 200.000 para redactar un nuevo plan (ambas cifras están ya presupuestadas en las cuentas de este año), la cantidad resultante es la misma que la del coste original del proyecto. En realidad, como detalló a continuación, los dineros suben algo más. La indemnización por rescisión del contrato incluye el abono de un 30% de los 295.000 euros en los que se valoraron los trabajos de urbanización aportados por la empresa y que ahora se aprovecharán, es decir 206.500 euros. A esta cifra hay que sumarle el abono del estudio geotécnico (15.000 euros) y de la cartografía (12.375 euros), documentos que también servirán para redactar el nuevo plan. El total alcanza los 233.875 euros y es en lo que se presupuesta la rescisión del contrato. Pero además, a Bosque y Valle también se le abonará la redacción del proyecto del colector, incluido como una mejora y que ahora es una urgencia para el nuevo equipo de gobierno. Presupuestado en 2,06 millones, el proyecto de licitación se calcula aplicando un 4%, lo que arroja los 80.206 euros restantes y el total, sumada la resolución del contrato, de 314.081 euros.

Cuesta quiso dejar claro que no renuncia a los objetivos principales del proyecto: coser los barrios, evitar el daño a Santullano y combatir la contaminación. También explicó que renunciar al plan Bosque y Valle no supondrá hacerlo a los fondos comunitarios de 10,3 millones que, recalcó, no están ligados en exclusiva al proyecto.

El motivo último por el que se resuelve el contrato, una vez que todas las áreas han informado la ultima versión del plan, precisó Cuesta, es "la imposibilidad de ejecutarlo en su integridad". El concejal de urbanismo aclaró que no hay objeciones al trabajo de Bosque y Valle, pero que al no ajustarse a la idea con la que se ganó el concurso de ideas genera problemas jurídicos importantes ante el resto de equipos que participaron en aquella convocatoria.

David Gistau lamentó, por su parte, la renuncia al proyecto aunque dio por buena la solución, a la que se llegó la semana pasada en una reunión en Madrid entre los arquitectos, el concejal y el ingeniero municipal. "Nos gusta más acabar los planes que redactamos, no nos dedicamos a rescindir contratos, pero no estoy encantado ni cabreado, el proyecto era inejecutable y había que buscar una solución", explicó. Gistau basó las dificultades para ejecutar el proyecto en problemas económicos y de disposición de terrenos. "Quizá era muy ambicioso, pero en nuestro plan inicial había unos aparcamientos que financiaban las mejoras y que no se quisieron hacer. También había una disposición de terrenos de una serie de propietarios que no era el Ayuntamiento", concluyó.

Desde Somos, el grupo que lideró el proyecto en el anterior mandato, Ana Taboada consideró que el pago a Bosque y Valle es "un despilfarro a cambio del silencio de los arquitectos". La concejala de Somos acusó a Cuesta de un chantaje encubierto con esta operación, o al menos eso dejó entrever cuando aseguró que el equipo de gobierno "ha dilatado los plazos para ahogar a los proyectistas económicamente y abocarles a abandonar un proyecto que, a pesar de todo, cumplía técnicamente". Por otra parte, Somos insiste en que los fondos europeos sí están en peligro: "Europa no paga losas", remató Taboada.