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Las facultades del campus de Llamaquique ya no tienen espacio ni para acoger a un alumno más

El Rector urge "un plan a corto plazo" para que la Universidad crezca en el Cristo

Las facultades del campus de Llamaquique ya no tienen espacio ni para acoger a un alumno más

"Es más pequeñita, más aislada, nos faltan servicios y no tenemos espacio, pero nos gusta, es ya como nuestra casa". Rebeca Teruelo, estudiante de Ciencias de último curso en Llamaquique, apura la comida del túper en las escaleras de entrada a la facultad mientras pasa la mano por los muros de un edificio que se ha quedado pequeño con los dobles grados y el último tirón de Física y Matemáticas. Ella y sus compañeras Julia Beltrán y María Martínez ya no se verán afectadas en ningún caso por los planes de reagrupación de sedes universitarias en el Cristo, de vuelta a la actualidad con el impulso que las administraciones acaban de dar al plan especial para los terrenos del viejo hospital. Pero sus profesores aplauden un hipotético traslado a nuevos edificios con más espacio.

Ahora es difícil atravesar los pasillos en los cambios de hora, para los exámenes tienen que pedir aulas en Geológicas y en muchos grupos han de desdoblarse en dos aulas. Conoce bien los problemas y sus soluciones la profesora de Análisis Matemático Concha Masa, que fue decana de la Facultad de Ciencias, y candidata a la alcaldía con IU en las últimas elecciones. "El traslado al Cristo es un rumor que siempre ha estado funcionando, y no me parece mal. Las facultades están mejor si están agrupadas, compartiendo servicios, con apartamentos para estudiantes, con equipamientos para espectáculos. También un campus de Ciencias más grande podría tener más potencia. Y aquí estamos muy apretados". Sus alumnas no dirían lo mismo, porque, cuentan, el Cristo está muy lejos de la zona de fiesta, las residencias tienen hora de llegada por la noche y los alquileres allí son más caros.

A pocos metros de allí, en unas escaleras parecidas, pero de otra facultad, la de Educación, Alejandro Pérez y Omar Romero, avilesinos, graduados en Telecomunicaciones y cursando ahora el máster de formación del profesorado, se basan en su experiencia para apoyar esa hipotética reagrupación de facultuades. "Estaría bien, sí, en Gijón es lo que tenemos, y funciona muy bien, hay mucha vida, no es como esto", resumen.

En Ciencias de la Educación, repartida ahora en dos edificios, el que antes se conocía como el de Pedagogía y el que se denominaba Magisterio, su decano, Celestino Rodríguez, relata los mismos problemas que sus compañeros de Física y Matemáticas. "El edificio lo tenemos saturado, ya no da más de sí. Primero, por antigüedad y después, por capacidad. Ya no podemos poner más parches, intentamos mejorar pero por mucho que queramos es imposible, y a todo ello sumamos la complejidad de tener dos edificios".

El decano de Educación apunta, no obstante, un matiz. Nadie, dice, les ha preguntado todavía sobre la forma en que podrían trasladarse al Cristo. Y lo que teme es que, vistos los planos del nuevo proyecto del Cristo, es que entre edificios genéricos tipo "aulario", "departamental", etcétera, se acabe perdiendo la identidad de cada una de las facultades. "Eso no nos gustaría", concluye.

Las estrecheces de Ciencias y de Educación acaban forzosamente en Geológicas, un edificio que todavía tiene capacidad suficiente para dar servicio a sus propias necesidades y auxiliar las ajenas. Si los de Ciencias tienen que organizar allí clases y exámentes, también el personal de la Escuela de Informática, en la zona de los Catalanes, junto a las instalaciones deportivas de la Universidad, está siendo alojada ahora en Geológicas, por falta de espacio en su sede.

Pero allí, en el soberbio edificio donde el arquitecto Ignacio Castelao firmó en 1965 uno de sus mejores trabajos y donde colaboraron también Antonio Suárez y Rubio Camín, el profesorado no ve claro el traslado. No tienen los problemas de espacio de sus vecinos y reclaman como propia la sede, al haber sido diseñada y construida con una ligazón evidente con el mundo de la geología y la biología (facultad que también acogió inicialmente).

Una de las docentes, Rosana Menéndez Duarte, admite que al campus de Llamaquique le faltan servicios comunes y no deja de ser "un apaño de centros que han ido cambiando su situación". "Es verdad que nuestros compañeros de Ciencias y Educación están peor y saldrían ganando, pero en nuestro caso la facultad está muy bien, las instalaciones son adecuadas y además está pensada para Geología".

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