La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El Carmen Ruiz-Tilve, ejemplo de paz

El colegio de La Corredoria trabaja durante todo el curso en concienciar a sus alumnos en la cultura de la concordia

Álvaro Álvarez y Álex Riesgo, en un taller.

Los alumnos del colegio Carmen Ruiz-Tilve llevan muy dentro la cultura de la paz gracias a una iniciativa iniciada hace cuatro años que ha cuajado poderosamente: el "Premio por la paz". No obstante, aunque todos los años se entrega el galardón en un acto solemne en el centro (la última entrega tuvo lugar la semana pasada), la cultura de la paz y la concordia empapa el trabajo del centro durante mucho más tiempo, y acaba por calar profundamente en los alumnos que participan en las muchas actividades que se organizan con esa vocación.

Un ejemplo muy significativo ha sido el trabajo de los alumnos de sexto curso en las cooperativas escolares. A finales del año pasado, los alumnos hicieron su estudio de mercado, invirtieron un dinero, elaboraron sus productos en el aula y los vendieron en un mercadillo.

El caso es que el diez por ciento de las ganancias se reservó, como es habitual, para destinarlo a una obra social. Y el destinatario de ese dinero fue, precisamente, uno de los nominados al premio por la paz, el cocinero senegalés afincado en Oviedo Touba Sarr. El premio, finalmente, se lo llevó el juez granadino Emilio Calatayud, pero la historia de Sarr tocó la fibra de los alumnos de tal manera que le hicieron a él la donación.

Sarr llegó a España como uno de tantos emigrantes de su país, movido por la necesidad, en un cayuco que arribó en Canarias. De ahí fue trasladado a Madrid, y finalmente acabó en Asturias.

Trabaja desde hace años en un restaurante de Oviedo, y cada mes invierte 200 euros de su sueldo para ayudar a su familia y a los niños de su pueblo. Él mismo ha sido el fundador de un colegio allí en el que están escolarizados 80 niños.

El juez Emilio Calatayud no asistió al acto a recoger su premio, pero el colegio había decidido este año dar un paso más y entregar un reconocimiento a todos los nominados: una figura con el logotipo del centro.

Y los alumnos habían realizado un dibujo con aquello que más destacaban de la labor de cada candidato, que también se les entregó. Además del ganador y de Sarr, estaban nominados el cocinero José Andrés y la trabajadora social Lorena Martínez Alfonseca.

Junto a las candidaturas individuales del premio, había una categoría de instituciones.

La ganadora fue la asociación Asturies por África, y había otras siete nominadas: el Programa asturiano de Derechos Humanos, el Secretariado Gitano, Open Arms, la asociación Patos Salvajes, la Asociación Iberoamérica ACIA, Plena Inclusión Asturias y Nómadas en Acción. Todas ellas recibieron su reconocimiento.

Los alumnos se pusieron en contacto ya desde el mes de enero con los premiados, e hicieron trabajos y murales sobre sus actividades respectivas. Además, las candidaturas propician que los niños tengan contacto con la solidaridad y la cultura de la paz. Recientemente, sin ir más lejos, miembros de Open Arms visitaron el colegio para explicar a los alumnos su actividad de asistencia en el Mediterráneo a las embarcaciones con personas que se dirigen a Europa huyendo de conflictos bélicos u otros problemas.

La directora del centro, Maite Fernández, valoró el "trabajo de sensibilización" que suponen los premios para los alumnos. Se trata de que la cultura de la paz "trascienda a un acto simbólico". El colegio, al igual que el resto de los centros de Oviedo, celebra estos actos simbólicos el día de la paz, pero con las candidaturas y el contacto con las personas y colectivos los alumnos ven, además, "el trabajo por conseguir un mundo más justo que puede llevar a cabo cualquier persona o institución desde lo más próximo a lo más lejano".

Otro ejemplo de concienciación fue el premio que recibió el año pasado Vicente García Riestra, el último superviviente del campo de concentración de Buchenwald. El premiado habló por teléfono con docentes y alumnos el día que le entregaron el premio, pocos meses antes de morir.

Su relato conmovió enormemente a los alumnos, y el colegio decidió ponerle su nombre a un aula para perpetuar su memoria.

El premio de la paz es una escultura diseñada por Ángeles Anglada, que hasta ahora se llevaron Javier Bauluz, el Padre Ángel, Vicente García Riestra y Emilio Calatayud, y en colectivos, La Cocina Económica, Alfalar, el Banco de Alimentos, y Asturies por África. Pero el premio es, en este caso, también para quienes lo entregan: unos alumnos cada día más concienciados.

Compartir el artículo

stats