"Pablo Miaja concebía la escuela como un vínculo de armonía social y la educación como un elemento que podía prevenir desastres sociales". Así lo dijo ayer en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA el historiador Leonardo Borque, autor del libro "Pablo Miaja: una escuela para la armonía social", en el que relata la trayectoria del pedagogo, fallecido en 1957, que puso en marcha iniciativas como las bibliotecas escolares para los alumnos.

"En 1919 solo uno de cada tres niños ovetenses estaba escolarizado y apenas había infraestructuras adecuadas; todas esas cosas preocupaban especialmente a Miaja", señaló Borque.

El autor del libro destacó el carácter conciliador y el compromiso social del maestro, defensor de la llamada escuela única, entendida como la que acoge a alumnos de diferentes clases sociales, y laica. Miaja también estuvo influido por las teorías de la Institución Libre de Enseñanza.

El maestro, encargado en 1937 de organizar el viaje a Rusia de los "niños de la guerra", primo del general Miaja, que lideró la defensa de Madrid durante la Guerra Civil, le decía a la burguesía ovetense que si invirtiesen más en educación evitarían muchos conflictos sociales, según explicó José María Rozada, maestro en escuelas rurales y colegios públicos, profesor en la Universidad y asesor de formación del profesorado, que realizó la presentación junto a Carlos González Espina, de la editorial Impronta. González Espina alabó el rigor con el que Borque aborda la trayectoria de Miaja, que aunque siempre cultivó un perfil discreto realizó una gran labor social. "Miaja propugnaba una escuela laica que no excluyese la enseñanza y práctica de las virtudes humanas", aseguró el editor.