Llegó, tocó y venció. El recital que ofreció ayer Stephen Hough en el Auditorio de Oviedo, dentro de las jornadas de piano "Luis G. Iberni", logró el aplauso del público, entregado al virtuosismo de un músico intenso y pasional.

Arrancó la velada con la adaptación para piano de la "Chacona" de Juan Sebastian Bach para violín solo, adaptada para el piano por Ferruccio Busoni.

En su interpretación, Hough alternó la solemnidad del tema con unos "tempi" muy ágiles en algunas de las variaciones y una pulsación robusta. Le siguió "Berceuse élégiaque", también de Busoni, con un carácter más íntimo.

La primera parte concluyó con la sonata n.º 2 de Chopin, que interpretó también de memoria al igual que la primera parte del recital.

Conocida popularmente por su tercer movimiento "marcha fúnebre" es, más allá de esto, una obra de gran complejidad, que aúna el Chopin más virtuoso con el más sensible, y que Hough afrontó con brillantez, gran dinamismo y dibujando caracteres muy diferentes en cada una de las secciones de la sonata.

La segunda parte del recital abrió con una obra del propio Hough, una sonata muy exigente también, en un único movimiento que si bien parte de la tradición romántica, lleva a cabo una exploración tímbrica. En esta ocasión sí recurió a la partitura.

Liszt fue el compositor que cerró este recital, con "Funerailles", "Vals Mefisto" números 4 y 1, reforzando de nuevo la estética romántica y el virtuosismo que imperó durante toda la jornada, en la que el público aplaudió con entusiasmo.