El catedrático de Literaturas Románicas Medievales de Ginebra y Alcalá de Henares, Carlos Alvar, mostró ayer en una conferencia en el aula magna del edificio histórico de la Universidad de Oviedo -invitado por la Cátedra Emilio Alarcos- cómo lo que consideramos hoy en día buenas maneras viene, en buena medida, de unos hábitos que comenzaron a extenderse, no sin trabajo, en la Edad Media.

La conferencia es consecuencia de una preocupación que tiene desde hace muchos años, cuando comenzó a estudiar a los trovadores y al Rey Arturo, literatura en la que estaba presente el amor cortés.

La cortesía es desde entonces una materia que le interesa, y la mesa es uno de los espacios fundamentales para mostrarla.

Alvar señaló cómo ya Cicerón en el siglo I antes de Cristo defendía la "Urbanitas", las buenas maneras que debían marcar el comportamiento del hombre encargado de servir a la República, algo que no se extendió demasiado y que casi desapareció al final del imperio.

En el siglo V, los romanos comían en triclinios, con las manos y en espacios que distaban mucho de estar limpios. Con el paso de los siglos, aparecieron las mesas semicirculares, pero las maneras todavía tardarían siglos en ser corteses. La propia Iglesia era, en buena medida, muy resistente a la cortesía. Como explicó Alvar, el tenedor apareció en el siglo X, fruto de la relación entre Bizancio y Venecia. En esta ciudad "el tenedor contó con las críticas absolutas de la Iglesia, que creía que era un instrumento diabólico y ajeno a cualquier persona civilizada".

El tenedor supuso un cambio fundamental, si bien el cubierto no se impuso inmediatamente sino que en muchos lugares pervivió la costumbre de comer con las manos. Por ejemplo, en Nápoles se seguía comiendo la pasta con las manos en el siglo XVIII.

Pero lo fundamental en la edad media fue que empezaron a aparecer manuales de comportamiento en la mesa, en las corte o para los novicios, que poco a poco se fueron extendiendo, y que establecían, por ejemplo, que antes de empezar a comer había que pensar en los pobres, rezar o no sentarse a no ser que te indiquen el sitio. Otros mandatos sugieren que, hasta que aparecieron, el comportamiento en la mesa no era especialmente decoroso: no devolver al plato lo que se come, no limpiarse los dientes con el cuchillo, lavarse las manos o limpiarse la boca antes de beber. Las normas proponían no preguntar qué hay de comer, hablar poco y evitar discusiones y murmuraciones.

La conferencia contó, en las presentaciones, con la directora de la Cátedra Alarcos Emilio Alarcos, Josefina Martínez, el catedrático de Literatura Española jubilado Jesús Menéndez Peláez, el vicerrector de Extensión Universitaria y Proyección Internacional, Francisco José Borge, y el secretario académico de la Facultad de Filosofía y Letras, Guillermo Fernández.