Cuando en octubre de 2016 la boyband "Auryn" dio su último concierto, Dani Fernández tuvo que pensar qué hacer con su carrera. Reconoce que le invadió cierto vacío existencial y que no tenía las cosas muy claras. Así que decidió que lo único que podía hacer era ponerse a escribir canciones. Poco a poco esas canciones se convirtieron "en un vehículo para desahogar y hacer terapia". La rabia y las ganas de tirar la toalla se convirtieron en un puñado de temas autobiográficos.
No fue fácil, tardó dos años hasta decidir que ya tenía un disco, "Incendios", que salió a la luz en mayo de 2019 y que puso al cantante en la primera línea. Desde entonces agota las entradas en todos sus conciertos. Ocurre lo mismo en el que ofrece mañana en la sala Tribeca Live de Oviedo (Peso, 10. 20.00 horas).
El proceso ha sido largo, pero instalado de nuevo en el éxito, Dani reconoce que lo más importante de todo es "haber aprendido, con mucho esfuerzo, a que las cosas a veces tienen sus propios tiempos y no hay que forzar la máquina". No forzó y esos "diez incendios emocionales", como él mismo define a sus canciones, le han dado ya muchas alegrías. Además de la respuesta del público en sus conciertos en directo también ha obtenido el respaldo en ventas, tanto en plataformas digitales como en ventas físicas.
Mañana llega a Oviedo, pero Dani Fernández ya no es aquel chico de "Auryn", es un heredero de la canción de autor, de cantautores como su amigo Andrés Suárez o Marwan, que tanto le han ayudado para salir adelante en esa crisis. La gira "Incendios" volvió a la carretera a finales de enero y ya no parará hasta que llegue el verano con la temporada de festivales.
