Una multitud despidió ayer entre anécdotas, música clásica y muchas lágrimas a "un hombre extraordinario, libre y apasionado de la vida". El acto civil para el adiós de Miguel Valle Pereda, que fue oncólogo del Centro Médico, fallecido el jueves a los 69 años, reunió a numerosos familiares, amigos y compañeros de trabajo que coincidieron en catalogarle como "una persona jovial, culta y muy amiga de sus amigos".

Su hija Ainhoa Valle ejerció de maestra de ceremonias durante un acto emotivo, en el que recuerdos y anécdotas arrancaron tantas sonrisas como llantos. "Ya entrado en años le dio por comprar una tabla y construir un hórreo y los surfistas jóvenes le decían: abuelo, ¿a dónde va con el Titanic", comentó Valle para poner un ejemplo de las múltiples y variadas aficiones de su padre, al que calificó como "extraordinario por estar fuera de lo ordinario" y "apasionado en todo lo que hacía".

En la misma línea se pronunció la vecina del fallecido en la localidad sierense de Argüelles, Aurora Astudillo, la cual también consiguió alguna carcajada recordando algunas de las características de Valle. "Era tacaño con el dinero, pero muy generoso a la hora dedicarte tiempo", apuntó, mientras muchos de los presentes asentían con la cabeza.

El que fuera uno de los impulsores del Instituto de Medicina Oncológico Molecular de Asturias (IMOMA) destacaba, según sus colegas, por su gran cultura. "Con él aprendimos tanto en lo médico como en lo humano", destacó el jefe de Oncología del HUCA, Emilio Esteban, quien quiso tener un recuerdo "como compañero" para "un referente de lo que debería ser un médico, tanto por su faceta profesional como por su sabiduría". Valle Pereda estuvo vinculado al HUCA hasta los años 90 del siglo pasado.

Cetrería

"Irónico y jovial", así lo definió el jefe de Medicina Interna del Centro Médico y compañero de trabajo desde finales de los 70 del siglo pasado del fallecido, Fidel Asensio. El facultativo rememoró cómo Valle trató sin éxito de regalarle un ave rapaz debido a su pasión por la cetrería. "Curiosamente años más tarde tuve uno y no paraba de darme consejos", explicó Asensio.

Los asistentes lamentaron que en los últimos años el difunto no pudo disfrutar de la vida debido a la enfermedad. "Llevaba ocho o nueve años mal, muy limitado", coincidieron varios de los asistentes, entre ellos su propia hija, quien rompió a llorar al final de los actos de despedida. "En la última época sufrió mucho y por fin va a descansar en paz", dijo Ainhoa Valle, impresionada por la respuesta al fallecimiento de su progenitor. "Ha venido mucha gente y no paran de llegar condolencias", explicaba justo antes de entrar a la capilla.

A la salida, muchos pacientes y familiares de estos esperaron para trasladar a la familia la importante labor médica realizada por Valle durante años. "Trató a mi hija y fue excepcional con ella", sostuvo Joaquín Monte en plena conversación con Fidel Asensio, el cual dio constancia de lo común de los elogios. "Todos los pacientes lo adoraban", subrayó, mientras su vecina y amiga Aurora Astudillo atribuyó su buen hacer humano a la capacidad de "abrir otras ventanas de vida" a las personas que acudían a sus consultas con graves problemas de salud.