El investigador asturiano Amador Menéndez protagonizó ayer una nueva jornada de la semana de la ciencia en el instituto Pérez de Ayala, en Ventanielles, con una charla sobre la "Tecnología al servicio de la humanidad", en la que destacó que una de las grandes posibilidades de futuro es el trabajo sobre los materiales a través de la nanotecnología. "Los materiales del futuro serán inteligentes e interactuarán con su entorno", aseguró.

Y aunque el científico, colaborador de LA NUEVA ESPAÑA, habló mucho de futuro, lo cierto es que buena parte de su exposición estaba relacionada con el presente. Su propio trabajo de investigación de unas gafas protectoras y terapéuticas es un ejemplo perfecto de ello. Las gafas juegan con los materiales para conseguir lo que se conoce como "inversión espectral", un efecto lumínico que consiste en cambiar la gama de colores de la luz. Está demostrado que una exposición excesiva al azul -muy habitual en pantallas, por ejemplo- es nociva para la vista, mientras que el color rojo es, al contrario, regenerador. El material que usan las gafas consigue convertir la gama azul al rojo y, de esta forma, contribuir a la prevención de los daños o incluso la regeneración.

Esta inteligencia de los materiales será, seguramente, uno de los pilares del avance científico del futuro, y otro será la inteligencia de las máquinas. Es posible, según Amador Menéndez, que en el futuro todos los coches se conduzcan solos y se comuniquen entre sí, y todo ello se consigue gracias a la inteligencia artificial y a sensores visuales y de ecolocalización.

La inteligencia artificial tiene muchísimo futuro, según el científico, pero no en la forma a la que apunta cierto optimismo. Será cada vez más potente la llamada inteligencia artificial estrecha, esto es, la que profundiza en una sola tarea: coches inteligentes o máquinas que juegan al ajedrez, como aquella "Deep Blue " que le ganó una partida a Gary Kaspárov en 1996.

Sin embargo, el sueño de la inteligencia artificial general, aquella que emula al cerebro humano, está muy lejos de cumplirse, entre otras cosas porque "si no conocemos el cerebro, es difícil hacer una máquina que funcione igual". Se habla, incluso, de una "burbuja" de la inteligencia artificial, ya que "hay grandes avances en la inteligencia estrecha pero la general se está sobreexagerando"..

En cualquier caso, la ciencia y la tecnología ofrecen infinitas posibilidades y están llamadas a crecer en los próximos años de forma exponencial. Y siempre al servicio del ser humano. Un ejemplo de este potencial es el de Hugh Kerr, un hombre que perdió las dos piernas haciendo escaladas y que a base de estudio e investigación consiguió hacerse unas piernas biónicas con las que no solo ha vuelto a caminar sino también a escalar.

Al científico asturiano le gusta mucho una frase del propio Kerr -con quien coincidió en el Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT)- que reza que "no hay seres humanos discapacitados, solo hay tecnología discapacitada". Amador Menéndez se ganó al público con su habitual mezcla de entretenimiento y rigor.