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Una verbena trágica

En la primavera de 1936, una fiesta que se celebraba en el casco antiguo acabó con disparos y trifulcas provocadas por unos guardias de asalto que sembraron el pánico

La Corrada del Obispo.

En la convulsa primavera de 1936, el 24 de mayo, antesala de la guerra civil, los ovetenses se disponían a disfrutar de una verbena que tendría por marco las calles Santa Ana, Canóniga, Plaza de Álvarez Acevedo (Corrada del Obispo) y San Vicente. La verbena transcurría por los habituales cauces de alegría y baile, cuando un desaprensivo disparó un tiro al aire causando el pánico entre los asistentes y resultando herido un guardia de asalto que vestía de paisano. En medio de la confusión, los compañeros de armas del herido empezaron a disparar indiscriminadamente a la multitud causando 21 heridos de diversa consideración. Fueron trasladados al Hospital y Casa de Socorro. Casi todos fueron atendidos por heridas con armas de fuego, varios de ellos en estado crítico.

Ante la gravedad de los hechos, el Ayuntamiento convocó un pleno extraordinario. El alcalde López Mulero explicó de forma pormenorizada los hechos ocurridos, cargando contra los guardias de asalto destinados en la ciudad quienes de manera inexplicable e injustificada hicieron numerosísimos disparos contra ciudadanos ovetenses que tranquilamente disfrutaban de la fiesta. Finalmente el Consistorio adoptó dos acuerdos: Pedir a los poderes públicos la inmediata destitución de los jefes y oficiales de los Guardias de Asalto destinados en Oviedo y el más urgente, encarcelamiento con los consiguientes procesos de los jefes y oficiales y de cuantos individuos de la misma fuerza hayan tenido intervención en los sucesos". El final de la reunión se cerró con un ¡Viva la República! Al día siguiente llegaban de Madrid un teniente coronel y un comandante de Asalto y se nombraba un juez instructor para investigar los hechos.

El Gobierno Civil por su parte, explicaba su versión de los hechos en una nota a la prensa y justificaba la actuación de los policías porque tenían orden de vestir de paisano y sólo intervenir en trifulcas si era necesario. Según la nota la "fiesta transcurría plácida y tranquilamente, cuando un individuo, rubio, alto, de pelo rizado hizo unos disparos de pistola al aire. Como si estas detonaciones fueran una señal, un grupo de Guardias de Asalto de paisano que se habían situado estratégicamente por las inmediaciones de la plaza Álvarez Acevedo, comenzaron a disparar contra la muchedumbre que alocada y presa de terror trataba de ganar la salida. A éste caos hay que añadir que desapareció la luz eléctrica. El gobernador civil agradeció la colaboración prestada por el coronel Aranda y el alcalde López Mulero.

Pero las secuelas de los disparos de la verbena y los heridos no se cerró con la investigación y castigo de los culpables. El lunes 26 de mayo se decretó huelga general en Oviedo, prolongada hasta el mediodía del martes.

El paro afectó a todos los sectores de la industria y comercio de Oviedo, e incluso afectó a la circulación de trenes. Desde primeras horas de la mañana del lunes, la masa obrera se concentraba en los lugares más emblemáticos, como plaza de la Escandalera, Uría y Paseo de los Álamos, con intención de integrar a más gente y manifestarse ante el Gobierno Civil.

Como anécdota, merece la pena citar que los corredores ciclistas de la Vuelta a España que habían salido de Gijón, tenían previsto arribar a Oviedo en ruta a Ribadeo, final de etapa, a las nueve de la mañana. Al principio, en su entrada a la capital, fueron recibidos con aplausos pero al iniciar la subida de la calle Toreno, fueron interceptados por algunos piquetes al grito de "¡por aquí no pasa nadie!", obligándoles a regresar a su punto de salida en Gijón.

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