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Pecados capitales

Mafalda te habla

Una aproximación a la lucidez y sensibilidad de la niña que inspira una de las esculturas más visitadas y queridas de la ciudad

Mafalda te habla

Mafalda no pierde la compostura ni cuando a su alrededor crece el nerviosismo por los ecos apocalípticos. Tampoco parece darle importancia a los actos vandálicos de quienes no tienen nada mejor que hacer en sus vidas desvencijadas que pintarrajearla. Seguramente le gustaría que, ya que se divierten a su costa, al menos fuera con frases ingeniosas.

O sabias.

Ingenio y sabiduría le sobran a Mafalda. Quienes la siguen desde hace lustros lo saben. Quienes no la conocen, siempre están a tiempo: hay material para varios años de lectura atenta, didáctica y divertida. Hay una reflexión que viene muy bien para estos tiempos de caos y confusión: "La vida es linda, lo malo es que muchos confunden linda con fácil". Acostumbrada a tener canes siempre alrededor, Mafalda pone el dedo en la llaga cuando recuerda que "a medio mundo le gustan los perros; y hasta el día de hoy nadie sabe qué quiere decir guau". Probablemente ella lo sepa. O lo intuye, que es casi lo mismo cuando de instintos se trata.

"El problema es que hay más gente interesada que gente interesante". ¿Se puede expresar con menos palabras una de los grandes males de nuestro tiempo? (Y de todos los tiempos, tampoco vayamos a creernos especiales).

Ahí sentada, con sus colores atípicos para una escultura pero muy apropiados para un escenario de colores tan intensos y dispersos como los que llenan el Campo San Francisco, la niña puede permitirse el lujo de ofrecer lecciones vitales que pocos adultos están preparados para ofrecer: "¿Qué importan los años? Lo que realmente importa es comprobar que al fin de cuentas la mejor edad de la vida es estar vivo".

Qué bien conoces a la condición humana, Mafalda: "Tenemos hombres de principios, lástima que nunca los dejen pasar del principio". Pasas poco tiempo sola por el día, sobre todo si la jornada es luminosa, no hay lluvia, acecha el calor y hay mucho visitante que quiere retratarse contigo. Pocas niñas son tan disciplinadas y amables cuando se trata de posar para fotos ajenas: no cierra los ojos, no mueve un músculo de la cara, mantiene la vista fija en el objetivo, es la compañía perfecta para fabricar selfies o fotos de grupo. Te llevas bien con los pibes, aunque haya alguno que te tome el pelo. Las familias que une Mafalda que no las separe el hombro. Parece mentira que tras esa imagen apacible haya una voz rebelde: "¡Que levanten la mano los que estén hartos de ver el mundo manejado con los pies!" La rebeldía, ojo, no impide ser un muermo. Incluso siendo una escultura, Mafalda contagia viveza y ganas de existir: "Si no haces cosas estúpidas cuando eres joven no tienes nada de que sonreír cuando estás viejo". Y les canta las cuarenta a los que viven anclados en nostalgias embaucadoras, por tanto falsas, espejismos rotos: "No es cierto que todo tiempo pasado fue mejor. Lo que pasaba era que los que estaban peor todavía no se habían dado cuenta".

Mafalda no puede ver los informativos ni leer los periódicos desde su asentamiento pero está al tanto de todo lo que sucede en el mundo, tanto próximo como lejano, porque algunos paseantes que llegan a su altura comentan entre ellos las noticias, o parlotean vía teléfono móvil en voz bien alta. Eso hace mucha gracia a la niña: cómo se pierde el miedo a que los demás accedan a la propia intimidad compartiendo con el resto de la gente sus opiniones, quejas o chismes. Hay mucha cháchara sobre politiqueo estos días. Bueno, en realidad casi todos los días. Sobre los que más mandan tienes una idea sagaz: "El drama de ser presidente es que si uno se pone a resolver los problemas de Estado no le queda tiempo para gobernar".

Qué lúcida estuvo nuestra Mafalda cuando dijo que "de tanto ahorrar en educación nos hemos hecho millonarios en ignorancia". Desafortunada fortuna. Y de remate: "En la vida hay personas que no dejan de sorprender... Y hay otras que no dejan de decepcionar". Lo bueno de ser Mafalda es que tienes todo lo que necesitas al alcance de tu fantasía: "Hoy quiero vivir sin darme cuenta". Que es la forma más bella de darse cuenta de la importancia de los sueños y los juegos. ¿Conocen el de borrar lo que sobra? "Es curioso, uno cierra los ojos y el mundo desaparece".

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