En la madrugada del pasado sábado, cuando todos estábamos descansando, falleció una persona muy querida entre los trabajadores del Sespa. Y no, no es un médico relevante con mucha humanidad, ni tampoco un alto cargo que tuviera empatía con los trabajadores. Era, Ramona, una auxiliar de enfermería del Hospital Monte Naranco, la cual no solo ejerció como tal con gran profesionalidad y humanidad (lo que le sobraba a raudales), sino que su afán por luchar por lo que era justo y por ayudar a todos sus compañeros le hizo emprender su camino como sindicalista bajo las siglas de UGT, las cuales siempre llevó con mucho orgullo.

¿Cómo podría describirla? Era comprensiva, entusiasta, humilde, generosa y luchadora incansable en contra de las injusticias, sabía escuchar y también sabía decirte las cosas con un profundo respeto y con mucho cariño. Siempre, y digo siempre, estaba ahí cuando la necesitabas; mañana, tarde y seguramente alguna noche.

Empezó en la sección sindical de UGT en el Hospital Monte Naranco hace más de veinte años, y os puedo asegurar que, a día de hoy, todas sus compañeras la recuerdan y la llevarán siempre en sus corazones. Contribuyó a muchos cambios laborales en el hospital y, sobre todo, a que no pisaran ningún derecho de los trabajadores.

Más tarde se constituyó una única sección sindical en el HUCA y ella se trasladó del Hospital Monte Naranco; fue como la llegada de un ángel. Trajo una manera de hacer sindicalismo muy diferente a lo que estábamos acostumbrados, ya que el HUCA es muy grande y las relaciones son mucho más impersonales. Aunque estuvo menos tiempo, dejó huella tanto en los trabajadores como en el resto de sindicatos.

Un mal día enfermó con el puñetero cáncer, siguió luchando como siempre lo hizo en su vida. Pero hay luchas que ni con mil batallones. Sus compañeros de UGT queremos decirle nuestro último adiós o mejor un hasta luego. Ella nos seguirá con su brillo desde el cielo, el mismo que nos regalaba con su sonrisa. Te queremos, Ramona.