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Año I de la era después del Coronavirus (d. C. O.), por Elena Vélez

Año I de la era después del Coronavirus (d. C. O.), por Elena Vélez Irma Collín

El mundo es otro. Los conciertos se hacen en las ventanas, el papel higiénico es un producto de lujo, los hospitales están saturados, los perros sirven de salvoconducto, sacar la basura es el mejor momento del día, el ejército está en la esquina, las parejas malavenidas deben soportarse las 24 horas, no existen los funerales, el teléfono es el mejor amigo del hombre, la cerveza y las tapitas sólo pueden tomarse en casa, el presidente se dirige a la nación tres veces por semana, un tema del 88 del Dúo Dinámico es el "hit" del momento y la gente se aparta dos metros al cruzarse. Te despiertas, eres consciente de que no era un sueño y vuelves a vivir lo mismo. El año 2020 es un "remake" de "El día de la marmota" y todos somos un Bill Murray con mejor o peor suerte.

La vida cambió en España el viernes 13 -una película de miedo- y el pasado nos parece mejor. Atrás han quedado los paseos cogidos de la mano o las "happy hours" para dar paso a los despidos en masa, las familias sin ingresos y las muertes por falta de respirador. Todo en apenas una semana. Algo que quedará para siempre marcado en la historia nacional y mundial como un capítulo negro titulado COVID-19. Un desastre sanitario y económico de tal magnitud que las generaciones venideras lo estudiarán y se acostumbrarán a oír las batallitas de sus abuelos sobre el confinamiento. Una debacle que se ha colado en nuestras conversaciones cuando hablamos del antes y el después, de lo que hacíamos entonces y de lo que nos impiden hacer las actuales restricciones.

Las fechas de la era cristiana se escriben con la abreviatura d. C. (después de Cristo) y se diferencian de las anteriores añadiendo a. C. (antes de Cristo). Una curiosa coincidencia de siglas si lo comparamos con el período marcado por el Coronavirus. En el sentir popular existe una clara distinción entre el antes del Coronavirus y el después del Coronavirus. Quizás en un futuro lo escribamos así o añadamos una letra "o" (a. C. O. y d. C. O.) para disociarlo de Jesucristo. El único problema es la concreción global.

El primer caso positivo de la enfermedad fue detectado en China (Wuhan, capital de Hubei), el 17 de noviembre de 2019 cuando una persona de 55 años se convirtió en el paciente cero tras haber consumido, presuntamente, un animal de lo más parecido a un armadillo llamado pangolín. A partir de ahí, los casos se fueron extendiendo por el mundo sin que se pueda precisar el momento exacto. Quizás habría que tirar de largo y hacer como el monje y matemático bizantino, Dionysius Exiguus, que calculó que se encontraba en el año 525 d. C. Además, el calendario cristiano tiene sus paradojas. Jesús no habría nacido en el año que sirve de inicio a su era, sino unos cuatro años antes (entre el 2 a. C. y el 7 a. C.), según diversas fuentes.

Eso sí, habría que hacer excepciones. Por ejemplo, a la hora de explicar el cambio de color del agua de los canales de Venecia: del tono del vino al del agua clara. La calidad de agua ha mejorado mucho durante la era d. C. O. italiana sin turistas ni contaminación.

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