El confinamiento a que obliga la lucha contra el coronavirus ha tenido en la tecnología uno de sus aliados para mantener activa la educación, una vez que los colegios se han visto obligados a cerrar. Sin embargo, la tecnología no siempre llega a todos, y los centros lo tienen muy difícil para acercarse a las familias. Es una brecha digital que ha sacado a la luz el confinamiento.

En esta tesitura se encuentra el colegio Pablo Miaja, cuya directora, María José Díaz, explica que el centro tiene "muchos problemas para hacer llegar a las familias la información".

La razón está en que, antes del advenimiento de la crisis sanitaria, el colegio solo disponía de las direcciones de correo electrónico de un porcentaje muy pequeño de alumnos.

Hay muchos alumnos que, de hecho, no tienen ordenador en casa, y mucho menos una impresora con la que se puedan imprimir las hojas de trabajo.

El colegio, según explicó su directora, ha creado, como la mayoría de centros, un espacio para que los alumnos puedan acceder a contenidos educativos que les permitan reforzar el aprendizaje que han venido desarrollando a lo largo del curso. "Creamos un blog donde vamos colgando tareas y enlaces a paginas web de interés, pero sabemos que esta información va a llegar a un número muy escaso de familias", explica la directora. No obstante, el colegio sigue intentándolo.

Los alumnos conectados siguen el blog y participan en las tareas, y hasta mandan mensajes de ánimo a través de las redes sociales de la AMPA.

Hay otras familias que, en cambio, lo tienen complicado para trabajar. Lo que más jugó en contra del centro fue la premura con la que se decidió el cierre de los colegios, que les restó capacidad de reacción.

El problema, como apunta María José Díaz, es que "esta situación se produjo de un día para otro", y el colegio no tuvo tiempo "ni para informar a las familias ni para planificar una forma de trabajo alternativa".

Porque el día que se produjo el aviso de cierre, el alumnado ya se había marchado, y a muchas familias no hubo forma de hacerles llegar la información.

El equipo docente solo pudo poner una nota en la página web del colegio informando de que se iban a poner a disposición de las familias materiales para que los alumnos pudieran trabajar durante el confinamiento.

La rapidez con la que se decidió restringir los movimientos impidió la alternativa que tenía prevista el centro. En la propia página web se comunicaba que las familias que no tuvieran medios para acceder a los contenidos se les facilitaría una copia impresa en el propio colegio.

Esta información se facilitó un día antes de que se decretase definitivamente el cierre del colegio, y entonces entregar materiales impreso ya no fue posible.