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CONCHITA FERNÁNDEZ | Exprofesora, amiga personal de Juan Falcón

"Juan Falcón fue una persona excepcional en cuanto diferente"

"Quien quería ordenar su vida debía olvidarse, era poner puertas al campo; quedaba a comer y podía no venir o llegar a las cuatro"

Conchita Fernández, en su casa de Oviedo, con tres obras de Juan Falcón a sus espaldas. MIKI LÓPEZ

Javier MORÁN

El cuerpo del artista Juan Falcón descansa desde ayer en tierra santa de Bárzana (Quirós), junto a los restos de su madre, pero las restricciones de coronavirus obligarán a que su funeral se celebre al cabo de unas semanas. Una de las persona que tuvo un amplio trato con Falcón, Conchita Fernández, exprofesora de Enseñanza Media, describe en esta entrevista a un pintor y escultor que se ha ido a los 61 años de edad.

- ¿Cómo le conoció?

-Soy una vecina de Oviedo que vive en una casa en la que, en su día, vivieron estudiantes que venían aquí para aprobar Botánica, que era un hueso muy duro en Salamanca, Así terminaban la carrera de Biología, que también era la mía. Juan Falcón también convivió con aquellos estudiantes, de tal manera que hay dos murales suyos en el sótano. Un día, Carmen Martino, mujer del pintor Valentín García, los vio y me dijo: "Este es un pintor conocido". Estoy hablando del año 1996.

- ¿Y el trato directo con él?

-Un día, mi marido vio en la televisión que Juan exponía en la galería de Marta Llames. Fuimos los dos y su obra nos enamoró, nos encantó. No éramos entendidos, ni creo que yo lo sea ahora, pero sí soy intuitiva y me mueve la satisfacción que produce el arte. Aquel día nos atrajo el dibujo, o cómo trabajaba el color, o la perspectiva, o la alegría en todos sus cuadros. A continuación contactamos con él y le encargamos un cuadro de mi hijo, que entonces era pequeño y muy bajo de estatura, pero Juan lo pintó alargado, alargado, porque dijo que iba a estirar. Él siempre ha hecho cuadros sobre la música y como mi hijo estudiaba violín introdujo ese instrumento en el cuatro junto a otros elementos.

- ¿Y los lazos se estrecharon?

-Fuimos a verle un día a Bárzana y pasamos una jornada maravillosa. Él era muy inteligente y muy divertido. Seguimos viéndole y encargándole obra, y poco a poco la amistad se fue intensificando. Lo curioso, además, es que yo fui haciendo un círculo de amistades a través de Juan.

- ¿En dónde coincidían?

-Acudí a muchas exposiciones con él y me explicaba las obras. Con él aprendí a que me gustara aún más el arte. Por lo demás, yo le apoyaba siempre y le ayudé siempre que fue necesario, por ejemplo, comprándole obra, y avisaba a mis amistades para que también le compraran. Y él, entonces, decía: "Conchita, hemos triunfado". Era muy listo y sabía que cuando llegaban las pagas extraordinarias era más probable que le compraran obra.

- Su vida era incontrolable.

-Hubiera sido como ponerle puertas al campo. Si alguien quería ordenar la vida de Juan, tenía que olvidarse al momento. Por ejemplo, quedaba en venir a comer en mi casa un domingo y podía no venir o llegar a las cuatro.

- ¿Frecuentaba su casa?

-Llegó a pintar en esta misma sala. Traía el material y se ponía a trabajar. Durante una baja laboral por la que pasé pintaba y cuando hacia una obra en casa yo veía todo el proceso y me quedaba maravillada. Utilizaba cualquier material que tuviera a mano: tiza, typex, un cigarro, un rotulador o el humo de una vela para crear veladuras. También descubrí que su pintura les encanta a los niños. Salvo en estos últimos dos años, siempre tenía la necesidad de permanecer trabajando y creando. Era muy productivo. A veces, un cuadro que le iba maravillosamente, él no lo veía claro y lo cambiaba por completo. Y volvía a hacer otra cosa maravillosa.

- ¿Hasta qué punto era bohemio?

-Él no se reconocía en ese concepto, lo consideraba despreciativo, pero para mi sí lo era,

- Pasó por momentos muy duros.

-Vivir en la calle es algo durísimo, pero fue su decisión. Se me caía el alma a los pies cuando me enteraba de que cualquier día, a las once de la noche y lloviendo, salía a la calle y pasaba la noche aquí y allá. Ahora bien, era un superviviente y se las sabía todas. Hay gente que me pregunta cómo tuve tanta paciencia. Yo contesto que gracias al apoyo de mi familia y a que él podía estar enganchado a algo, pero yo estaba enganchada por toda la satisfacción y emoción que me causaba su obra. Además, tenía muchas amigas, a las que yo llamo "las madres de Juanín" y eso éramos. O también como una hermana mayor.

- Y, sin embargo, era un gran trabajador.

-Hay quien no lo puede entender, pero yo lo entiendo por considerarle una persona excepcional por su naturaleza y a muchísimos niveles. Excepcional en cuanto diferente. Mi despedida con él sería así: "¡Juan, fuiste genial!".

- Para usted, ¿cuál ha sido su estilo?

-Juan nunca cansaba al observador. Yo cada vez veo algo nuevo, que me inspira y me dice. Su expresionismo era dulcificado, no trágico; en su pintura nunca vi sufrimiento.

- ¿Necesitará un gran homenaje público?

-Creo que sí. Tiene que ponerse al frente un galerista y habría mucha gente dispuesta a colabora aportando obra. A mí me gustaría escribir sobre él y aportar material para un libro.

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