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El impacto de la pandemia en la ciudad

Nadie en la puerta de los Leones

Apenas cuatro concejales y la secretaria del Alcalde mantienen a diario el retén de guardia en los principales edificios del Ayuntamiento, con la mayoría de la plantilla trabajando desde casa

El salón de plenos, vacío durante el confinamiento. MIKI LÓPEZ

Viernes, nueve de la mañana en Oviedo, y en la plaza del Ayuntamiento el trasiego de gente no permitiría decir que está concluyendo la tercera semana de confinamiento. El mercado del Fontán, el Mercadona y las farmacias próximas mantienen la vida de uno de los corazones del casco viejo a falta de sus inquilinos habituales antes de los tiempos del virus. Ya no se juntan ni meten bulla los pensionistas, ni los guías turísticos suman a una legión de jubilados gallegos para explicarles lo de la Puerta Nueva y los "gatos del forno" señalando a la calle Magdalena. Pero las expediciones a por paracetamol y pescado mantienen un ajetreo considerable, dadas las circunstancias. Puertas adentro, en el edifico consistorial, la cosa cambia.

La vida municipal confinada tiene pocos inquilinos y cada vez menos trabajadores. Si en las primeras semanas la gente se fue progresivamente yendo a teletrabajar, desde que el Gobierno endureció las medidas y limitó los servicios esenciales, casi nueve de cada diez empleados de la Administración local y del equipo político se quedaron en casa. El retén de gobierno no incluye al Alcalde. Alfredo Canteli se mantiene a salvo de infecciones en su hogar, desde donde despacha habitualmente con concejales y colaboradores, en una mesa donde se le ha instalado un equipo portátil para las videoconferencias por la que se ven fotos de los nietos en la estantería.

En el edificio consistorial de la plaza de la Constitución están ahora a diario, en este gobierno de guerrilla, el concejal de Economía, Javier Cuesta (PP), y la secretaria del Alcalde, Conchy, Concepción López, segunda y primera planta, respectivamente. Poco más, salvo el policía de la entrada donde la puerta de los Leones. A veces, el secretario se acerca a resolver algo, pero despacha la mayor parte del trabajo desde casa. Así que Cuesta es, casi casi, el que abre y cierra la puerta del Ayuntamiento. El otro Cuesta, el teniente de alcalde, Nacho Cuesta (Cs), concejal de Urbanismo e Infraestructuras, también acude prácticamente a diario a su despacho, muy cerca, en el gran edificio de la calle del Peso, donde ahora apenas pueden cruzarse media docena de personas. Una ordenanza, una secretaria y un guardia. El ingeniero municipal, Ignacio Ruiz Latierro, y el asesor del área, Ignacio Morales. Poco más. El líder de Ciudadanos dice que se trabaja bien y que en su área, salvo los ajustes en transportes, están tratando de adelantar trabajo y de que departamentos esenciales como el de Licencias no paren. Sus excursiones y causas de entretenimiento son pocas. Como mucho, una escapada al Mercadona a comprar cápsulas para la máquina de café.

En ese mismo edificio también hace guardia, dentro del retén del PP, el concejal Gerardo Antuña y, en el despacho que hace de bisagra entre el bloque de la calle del Peso y el edificio consistorial, Conchita Méndez, la concejala de Deportes. Ellos dos, junto a Javier Cuesta, hacen piña y paran para comer, en el despacho de Conchita, disponiendo en la gran mesa circular que preside la estancia las pocas viandas frías con las que se hacen en una panadería vecina: bollos preñaos, empanadas, pan.

Esos almuerzos de batalla llegan después de la videoconferencia de las dos de la tarde del equipo de gobierno. Diariamente se ven todos las caras de forma telemática y ya llevan tres juntas de gobierno a distancia más un ensayo de junta de portavoces.

En el resto de la plaza no se divisa mayor actividad política, con el edificio de los grupos municipales sin ocupantes y la oposición trabajando también desde casa. Ocasionalmente, el concejal de Cultura, José Luis Costillas (Cs), puede pasar por el Campoamor. Y en Educación también han tenido que acudir algunos técnicos para resolver cuestiones relacionadas con las becas de comedor. Eso y un registro con dos trabajadores para atender las pocas citas previas concertadas es casi todo el esqueleto municipal en tiempos de confinamiento. La Policía, claro, va por otro camino y tiene establecidos otros turnos para garantizar que todo vaya más o menos bien en la ciudad y se cumplan las normas excepcionales de estas semanas.

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