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Visiones De Ciudad

El extrarradio acogedor y activo de Vetusta

El pueblo de Colloto es ejemplo de cercanía rural dentro de una urbe preciosa y elegante

El extrarradio acogedor y activo de Vetusta

Siento algo de timidez al hablar de Colloto. Nací en Barcelona por avatares de la vida y residí en Oviedo ciudad, desde los dos años hasta hace relativamente poco, pero Colloto suena en mi memoria desde la infancia, pues la actividad profesional de mi familia estuvo ligada a este lugar, que era como nuestra segunda casa. A lo largo de mi vida he sentido la cercanía con esta localidad, que tiene unas características muy especiales respecto a otros barrios de Oviedo. Quién no recuerda las visitas a las fábricas emblemáticas como Coca-Cola, La Tila o El Águila Negra, hoy todas desaparecidas y que han dejado huella de un pasado industrial y económico espléndido; o a las espichas en llagares como el Herminio o el merendero del Nora.

Hace dos décadas trasladé mi residencia aquí y descubrí el verdadero Colloto. Pude ver las diferencias entre vivir en la ciudad y vivir en un barrio, que es en realidad un pueblo, en el sentido más amplio y positivo de la palabra. Mis cuatro hijos se han criado aquí y lejos de pensar que sería un inconveniente, ha sido una de las decisiones más acertadas de mi vida. Me sentí muy bien acogida, sus gentes me ofrecieron siempre ayuda y solidaridad; personas de "andar por casa", sin grandes formalismos y con gran corazón.

Colloto es una comunidad activa que integra a los nuevos vecinos llegados en los últimos años, con la población asentada desde hace muchas generaciones. Mantiene la convivencia tradicional, como la misa dominical a las 12, que sirve de centro de reunión donde sus vecinos, arreglados para la ocasión, disfrutan después de la misa, de ese vermú de domingo con una gran oferta de ocio gastronómico. Colloto tiene establecimientos con solera, junto a otros más recientes que siguen remarcando la tradición sidrera que a tanta gente atrae de otros lugares, especialmente de Oviedo y que hacen de sus calles una fiesta el fin de semana.

Nuestra vida en Colloto transcurre plácida y cómoda. Es un pueblo tranquilo y acogedor, pero al mismo tiempo activo, reivindicativo y solidario, con un movimiento vecinal que lucha contra el olvido de las autoridades, que ha tenido importantes logros como el nuevo consultorio médico, que se revela contra el deterioro de la seguridad y reclama el funcionamiento adecuado del tren de cercanías que completaría una oferta de transporte rápido con Oviedo y otras localidades del centro de Asturias. Hace un tiempo se creó una plataforma que sirviese de unión entre sus vecinos, donde lo mismo se anuncian unas llaves extraviadas, se ayuda a encontrar trabajo, se advierte de los peligros o se informa del vandalismo que lamentablemente ha aumentado en los últimos tiempos. Un ejemplo de todas las virtudes que reúnen la gente de este extremo de Oviedo, demasiadas veces olvidado desde los centros de poder ubicados en el casco histórico de esta ciudad preciosa, elegante y mucho más "vivible" que grandes urbes como Madrid.

Esta implicación vecinal se refleja también en el esfuerzo realizado para desarrollar sus fiestas, que han adquirido una reseña dentro de las más esperadas y conocidas de Asturias con un cartel digno de una gran ciudad. Las celebraciones de Colloto se han ganado a pulso el ocupar un espacio importante en el calendario festivo de la región. Si hay que destacar actividades por la que se conoce mi pueblo en el resto de Asturias, cobran especial importancia los festejos de los que tan orgullosos estamos.

Estos días, con esta pandemia, he podido comprobar cómo todo el mundo aquí se une llenando las ventanas de arcoíris, los aplausos de las 8 para nuestros sanitarios, empleados públicos y para la gente que, trabajando desde el pequeño y gran comercio, nos ayuda a hacer esta situación más llevadera y como no podía ser de otra manera, finalizando con el "Asturias Patria Querida" todos a una. Sí, los homenajes a los héroes también son una realidad en esta parte la capital del Principado.

El cambio de hábitos que esta situación extraordinaria nos está generando, no debería hacernos perder la cercanía, el calor de los abrazos y el deseo de volver a disfrutar de este Colloto tan acogedor y del que formo parte.

En estos tiempos de confinamiento gana terreno la reflexión. Este tiempo para pensar nos permite entre otras cosas valorar lo que tenemos, un pueblo excepcionalmente acogedor para el foráneo, cuya entregada hostelería y las fiestas organizadas por promotores altruistas traen numerosos visitantes de toda Asturias.

También aprovechamos para hacer autocrítica constructiva, en el afán de recuperar parte del esplendor perdido. La falta de una nueva industria del siglo XXI, el aumento de la inseguridad y la falta de un transporte público moderno con el ferrocarril como referencia son esas asignaturas pendientes que entre todos deberíamos de tratar de abordar con más ahínco. No cabe duda de que Colloto se lo merece.

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