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Bodas de platino asomados al balcón

Tino Sahagún y María Montiel cumplen 65 años casados confinados en Valentín Masip: "Estar juntos es lo importante"

Tino Sahagún y María Montiel, en la terraza de su vivienda de Valentín Masip, el día de su 65.º aniversario. LNE

Seis décadas y media después de dar uno de los pasos más importantes de sus vidas, Tino Sahagún y María Montiel renuevan su amor desde el balcón del octavo piso de la calle Valentín Masip, en el que aguardan con moderado optimismo el final de la crisis que les mantiene confinados. "Estar juntos es lo más importante", coinciden en señalar las dos patas de un tándem inseparable incluso antes de aquel "sí, quiero" mutuo que tuvo lugar en la iglesia de la localidad leonesa de Villanofar. La pareja conmemoró el pasado jueves como pudo sus bodas de platino. La celebración oficial será cuando se vaya el coronavirus y puedan abrazar a sus tres hijos y seis nietos.

Fue en el pueblo de la ribera del Esla donde se conocieron y contrajeron matrimonio, pero seguidamente se trasladaron a vivir a Santander y años más tarde se afincaron definitivamente en Oviedo, donde Tino trabajaba como ferroviario para Renfe. Pasados 65 años del enlace afirman mantener el amor intacto o incluso reforzado por el apoyo mutuo para superar los achaques. "Dijimos que en la salud y en la enfermedad", relata María Montiel, que a sus 89 años acumula décadas y décadas de dedicación a la familia y ahora se centra en los cuidados de su marido, tres años mayor.

Si bien ambos ya eran personas de rutinas, estas son desde el pasado 14 de marzo mucho más repetitivas. María lleva el peso de las labores del hogar, aunque ambos se levantan a una hora prudente. Preparan la comida y cuando el tiempo lo permite salen a la terraza a dar un paseo. A pesar de este enjaulamiento forzoso, lo llevan con entereza y disciplina. "En el fondo, estar juntos es lo más importante y el confinamiento nos da esa oportunidad. Esta situación nos ayuda a ver que el dinero, los viajes, las grandes comidas, no nos dan la felicidad", subraya María Montiel, a la que le gustaría tener más cerca a los suyos, pero encuentra en las nuevas tecnologías y las visitas básicas de sus hijos una vía de escape. "Las personas que quieres son más importantes que todo lo material", añade.

Fiesta pendiente

El jueves no hubo celebración especial. Tino se levantó más tarde de lo habitual al encontrarse un poco indispuesto, y al no poder reunirse con sus allegados, la pareja lo vivió como un día normal, aunque lleno de recuerdos. De todos modos, la celebración de 65 años lo merece y en sus planes está cobrarse esta deuda del destino. "Procuramos vivir al día y la situación es muy incierta, pero es verdad que nos gusta reunirnos, y somos muy fiesteros", comenta con humor la matriarca de los Sahagún Montiel.

Sobre las claves de un matrimonio tan largo, la pareja lo tiene claro. "El secreto está en el amor, que tiene un ingrediente esencial, del que a veces nos olvidamos, como es el sacrificio", apunta la veterana esposa, curtida en mil riñas y desencuentros reconocidos y siempre superados. "El día que nos casamos era todo maravilloso, luego viene la realidad, a veces costosa, porque aparecen los defectos, vienen los niños que no te dejan dormir, las dificultades económicas, pero por amor procuramos hacer las paces, pedirnos perdón y seguir adelante", declara la mujer en nombre de ambos, eso sí, con el parabién de su inseparable compañero.

Su mayor legado: la familia. Tanto hijos como nietos son motivo de orgullo de la pareja de mayores. "En este sentido no tenemos queja y creemos que son otro de los motivos principales para durar tantos años juntos", admiten emocionados por el cariño y generosidad que desprenden los diferentes miembros de su particular clan enraizado en Oviedo.

Ni siquiera la avanzada edad de ambos ni la gran amenaza que supone el coronavirus para su generación les hace ver el futuro con pesimismo. Son creyentes y creen que con disciplina y fe todo podrá superarse. El hecho de estar encerrados, para ellos es secundario. "Hemos pasado por situaciones difíciles y si algo nos dice la experiencia es que debemos superarlas porque no queda otra. La dificultad nos hace fuertes, pacientes y es algo que muchos aprenderán con este confinamiento", indican en otra muestra de tesón y entereza frente a la adversidad. Frente a la enfermedad, se aferran a Dios. "No tengo miedo porque al ser creyente encuentro sentido al sufrimiento y llevo las cosas de otra manera", reconoce María Montiel.

Orgullo familiar

Quienes viven con más ilusión este feliz caso de longevidad compartida son los hijos de ambos, aunque lamentan no poder celebrar con ellos esta efeméride tan entrañable. "Da un poco de pena porque ambos estaban en condiciones de festejarlo, pero lo importante es que estén bien", explica Carmen Sahagún, quien admira especialmente la manera en la que su madre lleva el encierro forzoso. "Habla mucho al teléfono, es quizás lo que más la entretiene", comenta acerca de su admirada figura materna, cuya labor como ama de casa y madre ejemplar es reconocida por todo el núcleo familiar

Superada la barrera de los 65 años juntos, la pareja se conforma con quedarse como está. "El día a día es lo importante", comentan estos tortolitos maduros, cuya fe en el amor y en Dios les convierte en los abuelos de platino de la céntrica y ahora también confinada calle Valentín Masip.

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