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La sidra destrona al vermú en una gran matinal de terrazas

Lleno y buen tiempo en el primer fin de semana de bares abiertos: "La gente ya tenía ganas", dicen en los locales

"Vinimos antes de que abriera la sidrería para asegurarnos una mesa lo más apartada posible del resto y estar a gusto". Sandra Álvarez y sus cinco amigas, Yolanda Fernández, María Viña, Merche Romero y dos chicas con nombre y apellido idénticos, Sara Rodríguez, inauguraron ayer la única terraza de Gascona que abrió al público. En la mesa, varias botellas de sidra, cafés, refrescos y una infusión. Los camareros empezaron a atender a las doce en punto pertrechados con mascarillas, guantes y un rotulador. Escribían en un vaso el nombre de cada cliente que quiso disfrutar de un culín de sidra para que los recipientes fuesen intransferibles. Al acabar, metían los vasos en un lavavajillas a 90 grados con desinfectante y agua osmotizada. No pararon. La sidra fue la bebida más demandada en las terrazas de Oviedo -no sólo en Gascona- desde primera hora de la mañana. "Nunca vi que la sidra fuese tan tempranera. La gente tenía ganas", dijo un escanciador en plena faena.

El casco antiguo, la avenida de Galicia, la zona de Pedro Miñor o los barrios mostraron una imagen similar durante la tradicional hora del vermú. Culines de sidra en buena parte de las mesas. Las hermanas María y Paula Rodríguez se reunieron por primera vez tras dos meses de confinamiento en torno a una botella de sidra de lo más tempranera en la calle Carpio. "Estábamos tan agobiadas que decidimos tomarnos una sidra para desquitarnos, además está gente (en referencia a la hostelería) tendrá que vivir", comentó una de ellas. Para picar, patatas de bolsa que también compraron en el local. Pocos establecimientos ofrecieron tapas o comida. Mientras la única sidrería abierta en Gascona tenía reservas para comer o cenar en la terraza en varios tramos horarios, entre la una de la tarde y las once de la noche, la tónica general era una oferta solo de bebidas, cafés y refrescos.

La inmensa mayoría de hosteleros perdieron alguna mesa exterior para adaptarse a la nueva normativa por coronavirus dejando dos metros de separación entre mesas, pero, en algunos casos, mantuvieron el mismo número o muy parecido gracias al plan que el gobierno local liderado por Alfredo Canteli ha diseñado con Hostelería y Turismo de Asturias (Otea). Así, la superficie permitida para la instalación de terrazas puede superar el actual límite legal del 50% de ocupación del suelo destinado a uso público, los profesionales pueden poner sillas y mesas en espacios públicos y a distancias superiores a los quince metros del establecimiento, pueden habilitar pequeños mostradores o mesas altas y abrir ventanas para realizar servicios del interior al exterior del local, y también están autorizados a extender longitudinalmente la terraza.

La jornada transcurrió sin incidentes destacables. Con más terrazas abiertas que al comienzo de la fase 1 el pasado lunes gracias a que el cielo gris y la lluvia dieron paso al buen tiempo, pero mayor presencia policial. El área de Seguridad Ciudadana reforzó un 20% la cantidad de agentes de la Policía Local en la calle para velar por la seguridad y el cumplimiento de los protocolos anti propagación del covid-19. "Los clientes se están portando bien. Estos días abro temprano, a las nueve de la mañana, y cierro a las doce de la noche y la policía ha venido por aquí alguna vez para ayudar y alertar a la gente que se estaba equivocando al tomarse algo de pie pegados a la fachada o este tipo de infracciones", explicó Mónica Díaz al frente de uno de sus dos locales -ambos abiertos- en la plaza Pedro Miñor.

Los socios Víctor Naves y Sergio Torres montaron ayer la terraza por primera vez desde el inicio del estado de alarma. Regentan un local en la esquina de la calle Oscura con Marqués de Gastañaga. Antes de la pandemia tenían allí a cuatro personas contratadas, pero ahora, tras haber solicitado un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (Erte), sólo trabajan ellos dos. "Los clientes se sentaron antes de que abriéramos, ha sido increíble. No me dio tiempo ni de ponerme la mascarilla y ya estaban ahí con ganas de tomarse algo", explicó Naves a punto de servir una copa de vino. Algo parecido le pasó al dueño de un bar de la calle San Pedro Mestallón, en la zona de los Dominicos, que también puso por primera vez la terraza en lo que va de pandemia. José Antonio López amplió su terraza longitudinalmente e hizo bien, porque los vecinos le fueron llenando poco a poco las mesas según volvían de hacer la compra o dar un paseo. Para este hostelero de barrio, "lo que no merece la pena es quedarse en casa".

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