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Confinamiento forzoso en Marruecos

Una voluntaria ovetense de una ONG lleva 60 días esperando por ayuda del Gobierno para volver a casa: "No solucionan nada"

Silvia Romero reparte bebida en un colegio marroquí. LNE

En una casa de adobe sin suministro eléctrico ni agua corriente. Así pasó los dos últimos meses de confinamiento la ovetense Silvia Romero. A esta vecina de la localidad de Las Cuestas, cerca de Trubia, la crisis sanitaria le pilló en un pueblo del sur de Marruecos al que se desplazó con una furgoneta para repartir material escolar en escuelas. Ante la imposibilidad de llegar a Melilla antes del cierre de fronteras no le quedó otra que alquilar una modesta casa donde hace una vida prácticamente primitiva y, según indica, la única solución dada por el Gobierno es que espere a finales de este mes para coger un billete de ferri por 350 euros, una cantidad de la que no dispone.

Romero es voluntaria de la ONG Nómadas y en los últimos 60 días está viviendo una situación que sería insoportable para muchos habitantes de los países desarrollados. "Voy a por agua a la fuente, la caliento por cubos para lavarme y para hacer la compra tengo que recorrer 20 kilómetros hasta el pueblo más cercano", relata la ovetense, resignada ante la imposibilidad de acceder a mejores condiciones. "Estoy aquí porque es el pueblo al que vine a ayudar e irme a otro sitio no me lo podría permitir económicamente", apunta Romero, actualmente en situación de desempleo y sin ninguna ayuda económica salvo la de familiares y amigos. "Que no se pongan medallas los políticos porque la ayuda que llega es solo la de los de siempre", comenta.

Odisea

La asturiana califica de odisea los trámites a seguir para tratar de acceder a algún tipo de ayuda para su retorno. "Llamas y solo te dicen que estés atenta al Twitter", asegura con evidente indignación frente a otras peticiones de los funcionarios. "Me mandan presentar fotocopias y documentos sin contemplar que ni siquiera tengo suministro eléctrico para atender esas peticiones", se lamenta. Por contra, afirma haber recibido un trato, aunque modesto, mejor por parte de las autoridades del país africano. "Me dieron un saco de diez kilos de harina, una bolsa de azúcar, té, leche y mermelada", subraya.

Por parte de Madrid la única solución recibida es la de sacar un billete de ferri de 350 euros a pagar de su propio bolsillo. "Yo tenía ya un billete más barato, pero ahora tengo que pagar un dinero que ni siquiera tengo", apunta acerca de un desplazamiento por el que deberá esperar hasta final de mes sin apoyo adicional alguno. "No puedo tramitar subsidios, nadie costea mi alquiler y debo buscarme la vida por mi cuenta", se queja la mujer, a la que ya han ofrecido ayuda económica algunos amigos, como el también ovetense David Famos. "Parece que si no salen a la luz pública estas situaciones nadie se acuerda de ellas", comenta el también voluntario de Nómadas, atónito ante la falta de respaldo a la voluntaria en plena crisis sanitaria.

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