Los joyeros se enfrentan estos días a una peculiaridad en su trabajo. Cuando las mascarillas se imponen como obligatorias en los espacios públicos No es lo habitual pero sí lo hacen "cuando se trata de la compra de piezas de cierta entidad", explica Andrés Vázquez, presidente de los joyeros asturianos, en su negocio ovetense.

Cuando un cliente quiere gastarte una cantidad importante en este tipo de establecimientos, los responsables le piden "con mucha amabilidad, sentido común y mucha cintura" que se retire la mascarilla durante unos segundos para que su rostro quede grabado por las cámaras de seguridad. "Se trata de una cuestión de buena voluntad entre joyero y cliente", subraya Andrés Vázquez. Este tipo de "protoco" solo se da en piezas de valor: "Nadie le va a pedir a un cliente que se quite la mascarilla al ir a cambiar la correo de un reloj", matiza.

Los joyeros, además, desinfectan cada una de las piezas que los clientes se prueban y también les entregan guantes para que puedan ponerse un anillo o cualquier otro tipo de pieza y ver cómo les queda. Estos guantes son de un material muy fino, casi con una segunda piel.

Para la desinfección de las joyas se suele utilizar alcohol para aquellas piezas que lo permiten. En el caso de perlas o corales, que pueden dañarse con este producto, se les pasa agua oxigenada.