La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Orgulloso de haber sido amigos

Las enormes cualidades de un gran deportista y médico

José Enrique Pérez, a la izquierda, con su amigo Máximo Muñiz. LNE

Hace ya unos cuantos días que el cielo cuenta con una estrella más, cuyo brillo, sin duda, será especial. Nos ha dicho adiós José Enrique Pérez González, Kike, Kikín, Kike "El Oso". Fue alumno del Colegio Loyola, jugador y entrenador del Kiber y del Club Patín Cibeles. Dirigió también al Club Patín Santo Domingo, fue campeón de España de selecciones autonómicas en categoría juvenil...

Médico de profesión y de corazón, trabajó durante muchos años en el Centro de Salud de Lugones y en los servicios médicos de la empresa FCC, de la que recientemente se había jubilado. Era, obviamente, un apasionado del deporte, también de la montaña. Se ha ido un gran deportista, un gran profesional y un espléndido amigo. Kike fue un buen hijo, siempre pendiente de su madre; un magnífico compañero de viaje para su mujer; un orgullosísimo padre de dos hijas y un abuelo sin el tiempo que habría merecido para dejar maravillosos momentos, valores y principios a sus dos nietos.

Como no puede ser de otra manera, nos hemos tenido que despedir con muchísima pena y dolor de uno de los grandes, un hombre de los que dejan huella y marcan la diferencia: una maravillosa persona. Por desgracia para todos los que te hemos conocido, nos has dejado demasiado pronto. Con tu partida crece un vacío en nuestro corazón en el que siempre estarás presente, porque será muy difícil olvidarte y, además, sería injusto hacerlo.

Has sido compañero, amigo, confidente, escudero y paño de lágrimas. Quedarán para siempre tus historias, tus charlas, tus confidencias y tantos buenos momentos que has brindado a tantas personas, amigo. Tu experiencia y forma de entender y disfrutar de la vida, tus sabios consejos, tu calidad humana, tu gran corazón y tu siempre disposición para ayudar a quien lo necesitara, te hicieron ganarte el respeto y el cariño de todos los que hemos tenido la suerte de conocerte.

Todo aquel que te ha conocido tiene un bonito recuerdo tuyo. Eso es lo más grande; pasar por este viaje dejando una bonita historia. Así que puedes descansar tranquilo, amigo, porque lo que has conseguido aquí, pocos tendremos la suerte de hacerlo. Eres un gran orgullo para tu madre, Angelita; para tu mujer Belén; para tus hijas, Luci y Roci; y lo serás para Mati e Inés cuando de mayores les cuenten quién y cómo era su abuelo. Has sido muy grande, gallu.

Por último, agradezco a Dios que te pusiera en mi camino para disfrutar de ti, ha sido un auténtico placer y todo un orgullo contar con tu amistad y cariño. Espérame ahí arriba, si Dios quiere por unos cuantos años. Juntos volveremos a charlar y reír. Te quiero.

Máximo Muñiz es enfermero, compañero de trabajo y amigo de José Enrique Pérez González

Compartir el artículo

stats