Los veteranos del histórico Club Patín Cibeles están de luto y pesarosos de no haber podido brindar una despedida merecida al que fuera uno de sus compañeros en la época de oro del hockey asturiano a causa de las medidas de confinamiento. José Enrique (Kike) Pérez, fallecido el jueves, estuvo a la sombra en Oviedo de grandísimas figuras de la portería como Anselmo Rojo e Ismael Mori, pero eso no le impidió posteriormente triunfar en el Kiber de Mieres sobre la pista y, posteriormente, como entrenador de varias generaciones de jugadores asturianos en distintos clubs y selecciones regionales. Incondicional de los reencuentros periódicos del Cibeles, sus excompañeros estudian ahora ofrecerle un homenaje póstumo en cuanto la situación sanitaria lo permita.

Como jugador, Kike se despidió del Cibeles por la puerta grande. Apenas participaba, pero formó parte de la plantilla del ascenso a División de Honor de 1974. Después, cogió el stick y se fue a Mieres, donde se convirtió en pieza fundamental del Kiber, el equipo de la localidad minera, allá por los años setenta del pasado siglo, cosechando un nuevo ascenso a la máxima categoría y ayudando a los mierenses a plantar cara a los grandes de este deporte. "También jugó algo para el Areces", recuerda el directivo de Amigos del Cibeles, Aquilino Caramés, quien solo tiene palabras de elogio para el exportero. "Era una persona excepcional y muy fiel a nuestros reencuentros", subraya.

Médico

Ovetense de toda la vida, Kike Pérez compaginó su profesión de médico, compartida con su mujer Belén, con las canchas. Trabajó para la Seguridad Social, sobre todo en Lugones, y para la empresa FCC. De sus ratos libres sacaba tiempo para dirigir. "Fue el primero en su promoción del curso de entrenadores", indica Caramés acerca de un amante del hockey patines que dirigió tanto al Kiber como al Cibeles, al que pudo volver ya como técnico en División de Honor. "Consiguió meritorias permanencias a finales de los ochenta, cuando ya habíamos vivido los principales logros del club", recuerda Caramés.

Kike no fallaba a los encuentros amistosos de los exjugadores y "al tercer tiempo" habitual de la sidrería La Finca, donde las viejas glorias acuden a tomar unos culetes y hablar tanto de pasadas batallas como de la vida en general. Fue hace unos meses cuando confesó a sus excompañeros que sufría cáncer. "Lo llevaba muy bien, con muchas ganas de vivir", relatan acerca de una enfermedad que finalmente terminó de consumir su vida el jueves, a los 67 años.

Ante la falta de reencuentros a causa del confinamiento, muchos excompañeros y amigos de las pistas tardaron en enterarse del suceso. Sin embargo, son ya muchos los que plantean algún encuentro para brindarle un homenaje a título póstumo.