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Una pequeña ayuda, un gran gesto

La Cocina Económica ve aumentar los voluntarios y las donaciones, como la que recibieron ayer de los futbolistas veteranos de La Fresneda

Por la izquierda, José García-Inés, Alberto Ablanedo, sor Esperanza, Florentino Menéndez y Santiago García Barrero. IRMA COLLÍN

Todos los sábados se reúnen para jugar al fútbol. Lo hacen desde hace casi treinta años. Pagan una cuota mensual que les da de sobra para alquilar la cancha, comprar balones y camisetas. Y ahí está la clave, en ese pequeño superávit que siempre gastaban en lo mismo, en viajar juntos. Pero este año el coronavirus les hizo parar, tuvieron que dejar de hacer su deporte favorito y además se quedaron sin viaje. Ahí está el dinero, así que los veteranos del club de fútbol de La Fresneda pensaron que ese dinero podía ser útil para ayudar a aquellos que peor lo están pasando durante esta crisis sanitaria y económica.

Santiago García Barrero y Alberto Ablanedo entregaron ayer ese dinero, 1.000 euros, a la Cocina Económica de Oviedo. "No es mucho", reconocía García Barrero, "pero lo importante es el gesto, es dar ejemplo para que otros colectivos similares se animen a hacer lo mismo", explicaba durante la entrega del cheque a los responsables de la institución de caridad ovetense.

Las Hermanas de la Caridad, que gestionen la Cocina Económica de Oviedo desde hace más de 130 años, han visto cómo la demanda de ayuda ha crecido exponencialmente en las últimas semanas. No han podido abrir sus comedores, en los que hasta el pasado mes de marzo se sentaban diariamente a la mesa entre 180 y 200 comensales, pero no han dejado de cocinar. Ahora entregan a diario unas 320 bolsas de comida. Hacía años que en la calle San Vicente no se veían colas semejantes de gente que espera por alimentos.

Florentino Menéndez es el cocinero de la entidad y además se ha hecho cargo de organizar a los voluntarios. El perfil de las personas que ayudan en el servicio ha cambiado en las últimas semanas. "Hemos tenido que pedir a la gente mayor que nos ayudaba que diesen un paso atrás e incorporar a personas jóvenes", dice. Lo han hecho por dos razones. La primera es obvia y tiene que ver con la vulnerabilidad de los mayores ante un contagio por coronavirus; la segunda es más práctica: "Estos días se mueven 1.500 kilos de producto al día en los almacenes de la Cocina Económica y necesitamos gente joven para hacer ese trabajo", subraya. Y no es que falten voluntarios, lo dice como norma general. Es más, le sobra gente y tiene que organizar turnos para tenerlo todo optimizado y que funcione a la perfección. En este punto media el presidente de la Cocina Económica, José García-Inés, que destaca que al mismo ritmo que ha crecido la demanda de las personas que acuden a buscar alimento ha aumentado el número de personas y empresas que quieren colaborar con ellos.

Un ejemplo es la empresa de J. Ardura Patatas y Frutas, que ayer mismo acudía con una furgoneta al centro de caridad ovetense. Lo hacen habitualmente desde el inicio de la pandemia. Cuando Florentino Menéndez necesita este producto para sus menús tan solo tiene que descolgar el teléfono y allí se planta una furgoneta como la que ayer mismo descargaba doce sacos de 25 kilos de patatas. Sergio Fernández, de la empresa Ardura, y Rachid Ejjorfi, trabajador de la Cocina Económica, fueron los encargados de descargar esos cientos de kilos de patatas que servirán para el menú de los próximos días, un menú que los usuarios se llevarán en una bolsa para poder comer en su casa.

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