Carmen Álvarez tiene tres tiendas de moda en Oviedo, pero la situación provocada por la pandemia la ha obligado a abrir solo una, situada en la calle Silla del Rey, y dejar las otras en suspenso a la espera de que la situación mejore. Porque, según asegura, "la venta está muy floja" y "la mercancía está parada". En su caso, el perjuicio ha venido tanto por el obvio hecho de tener dos meses las tiendas cerradas como por haber dejado en el aire o suspendido indefinidamente celebraciones propias de la primavera y el verano como son las comuniones, las graduaciones y las bodas.
"La tienda de fiesta, que es la que más funciona en estas fechas, la tengo cerrada porque no hay nada; solo abrimos la de ropa de 'sport', de calle", asegura.
Al principio, cuando reabrió las puertas, el día 11 del presente mes, "había un poco más de gente y se movió, pero esta semana pasada fue muy baja", añade.
La comerciante no achaca la situación al miedo de la gente a los espacios comunes. "Estamos viendo que hay colas en las grandes superficies, donde cabe más gente y podría haber más peligro, así que no es por eso. Nuestra tienda está muy bien, con todas las medidas; las clientes entran de una en una, y tenemos todo para desinfectar, no hay ningún problema en este sentido", sostiene.
A su juicio, tal como están las cosas, "por los barrios ya se va a dejar morir los negocios". No obstante, está convencida de que todo pasará. "Estábamos aguantando bien, y, aunque con sufrimiento, creo que vamos a salir adelante si vuelven las bodas, las comuniones y las graduaciones", concluye.
