Héctor Fernández González reabrió su centro de fisioterapia en la calle Pintor Ribera el 1 de mayo, y las dos primeras semanas "hubo mucho trabajo, porque la gente llevaba tiempo acarreando molestias". Sin embargo, la actividad ha bajado desde entonces, porque la suya es una actividad que requiere mucha proximidad, "y los pacientes aún tienen miedo, sobre todo la gente a partir de 60 años; la gente más joven, un poco menos, pero sí se nota".
Una vez que han pasado los pacientes que más urgencia requerían, la actividad baja. "La gente con muchos dolores se atrevió porque se veían obligados, pero muchos que no lo necesitan con urgencia, prefieren esperar un poco", asegura.
Como explica, para su trabajo hay mucha proximidad con el paciente, y a pesar de que toma todas las medidas para desinfectar y que hace su trabajo totalmente protegido, la gente todavía se retrae. "Además del miedo, lo achaco también a que la situación, económicamente, es un palo para muchísima gente: el que no está en un ERTE es un autónomo con el agua al cuello". Espera que la situación se estabilice para septiembre u octubre.
