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Gascona no es lo mismo sin barra

La prohibición de servir al cliente de pie, un icono de la cultura sidrera, provoca que las ventas no sean las esperadas: "Confiamos en el verano"

Juan Piñera, Carlos Moreno y Marcos Castillo, de "Resistencia Team", muestran "la raquetina" que se usa en Gascona. FERNANDO RODRÍGUEZ.

Los hosteleros de la calle Gascona sabían de sobra que la recuperación económica después del periodo de cierre provocado por el coronavirus iba a ser "lenta y dura", pero no esperaban hacer tan poca caja tras la reapertura. Los propietarios de las sidrerías de la gran manzana ovetense aseguran que la facturación de sus negocios durante la desescalada no se corresponde "ni de lejos" con lo esperado y que sus ventas no llegan ni al cuarenta por ciento de lo habitual cuando están a punto de tener que asumir el cien por cien del salario de sus plantillas. Más de un centenar de empleados de Gascona aún están inmersos en un ERTE y eso alivia el impacto de la crisis entre sus jefes, que confían en volver rápido a la normalidad para mantener su intención de no tocar ni uno sólo de los empleos. "Estamos preocupados porque no pensábamos que las ventas iban a ser tan bajas. Esperemos que esto cambie cuando la enfermedad permita que haya más libertad de movimientos", dice Pedro Caramés, el presidente de la asociación de sidrerías.

Las características especiales de los negocios de Gascona y la propia cultura sidrera han provocado que este tipo de establecimientos se vean especialmente afectados por las limitaciones que se han impuesto para controlar el avance de la pandemia durante estas primeras fases de la desescalada. Que los clientes no puedan utilizar la barra, por ejemplo, supone una merma muy importante para los establecimientos que se dedican a la sidra. "Una cosa muy habitual es que los clientes se tomen unas botellas en la barra y que después pidan algo para cenar, algo que ahora mismo no puede hacerse. En situaciones normales, si las mesas están llenas y les dices a los comensales que tienen que esperar veinte minutos se quedan porque pueden pasar el rato tomando un culín en la barra, pero ahora, si ocurre eso, se van", explica Pedro Caramés.

Las terrazas, que ahora están funcionando en otras partes de la ciudad, no son el negocio de Gascona. "En general no tenemos muchas mesas por las características de la calle. Es curioso porque antes nadie quería sentarse en la terraza y ahora, aunque se puede y es seguro, los clientes son reacios a entrar dentro de los locales. La gente está siendo prudente y después de todo lo que está ocurriendo es comprensible. Están expectantes y no se han tirado a las sidrerías en cuanto hemos abierto", señala el presidente del colectivo, que quiere ser positivo y se pone en la piel de otros hosteleros de la ciudad a los que les toca afrontar situaciones aún peores. "Nosotros, dentro de lo que hay, somos unos privilegiados. Parece que las cosas van mejorando día a día y los meses de julio y agosto son los mejores del año para los hosteleros de Gascona, pero el verano es horrible para otros compañeros en otras zonas de Oviedo", subraya Caramés.

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