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Un joven ovetense y su socio de Gijón idean un servicio de transporte al trabajo a la carta

El proyecto, adaptado ahora al coronavirus, se basa en el traslado de personas en autobuses pequeños, con trayectos elegidos por el usuario

Diego Campa, a la izquierda, con su socio Carlos Checa, en el interior de uno de los vehículos.

El ovetense Diego Campa y su amigo Carlos Checa, que es de Gijón, lo han dejado todo para revolucionar el campo de la movilidad y el transporte. Los dos tienen treinta años, ambos son ingenieros -Campa de Minas y Checa de Caminos- y han decidido abandonar sus trabajos en sendas consultorías de prestigio para poder dedicarse de lleno a un proyecto que ya está en marcha en Madrid y que ha nacido con vocación de extenderse, primero por España y después hasta donde haga falta. El servicio -bautizado como Poomba- se basa en el traslado de personas desde sus domicilios hasta su puesto de trabajo utilizando furgonetas de 15 plazas (supervan) "de forma económica, sostenible y segura". El proyecto comenzó a funcionar poco antes de la crisis del coronavirus, pero la seguridad que ofrece frente a otro tipo de transportes en cuanto a posibles contagios augura un futuro halagüeño para los asturianos.

Aunque las furgonetas pueden llevar hasta quince pasajeros por trayecto, el número se reducirá a ocho mientras la pandemia siga amenazando en la capital española, la única ciudad en la que Poomba está presente por el momento. "Antes de cada trayecto desinfectamos los vehículos. Además, purificamos el interior de la supervan con ozono cada cierto tiempo y controlamos la temperatura a los pasajeros antes de subirse al vehículo", explica Diego Campa. "El pago se efectúa siempre a través de la aplicación, reduciendo el contacto con el conductor que presta el servicio. Ahora hay mucha gente que no tiene coche y que tiene miedo a utilizar el metro u otros transportes públicos. Con nosotros el riesgo es menor", añade el ovetense.

El sistema que se usa consiste en agrupar a pasajeros con trayectos similares para reducir el coste de cada viaje sin afectar a la comodidad y duración del trayecto. Los usuarios pueden optar por una de las rutas que ya están predefinidas o proponer una nueva. El precio es fijo y solo depende de los kilómetros entre el punto de recogida y de destino. "Un viaje medio puede salirte por unos tres euros, pero nuestros clientes no son de un día. No se trata de un servicio de taxi, es algo que se usa a diario. Calculamos que el servicio sale un 33 por ciento más barato que usar un coche particular", matiza Diego Campa.

Los dos amigos, que se conocen desde los tres años, aseguran haber viajado mucho por el mundo por sus trabajos anteriores y se han dado cuenta de que el problema del tráfico es similar en todas las grandes ciudades. "Hay muchos ocupados únicamente por una persona y las distancias se hacen eternas por cortas que sean. Se pierde mucho tiempo, se contamina mucho y se forman atascos enormes", dice Campa. "Además de la comodidad y el tiempo que recuperan nuestros clientes durante el viaje, que pueden aprovechar para ver series, trabajar, leer o relajarse, cada supervan reduce en un ochenta por ciento las emisiones, ya que en cada viaje se evita que haya un promedio de diez vehículos en la carretera. Además todas las supervan tienen wifi gratuito", señala.

Por el momento no cuentan vehículos propios, pero su objetivo a medio plazo es hacerse con una flota propulsada por energías limpias, ya sea eléctrica o impulsadas por hidrógeno. "El cuidado del medio ambiente es fundamental. Ahora se está hablando mucho de los coches eléctricos, que están muy bien, pero no acabarán con los atascos. Nosotros queremos combinar la energía limpia con la reducción de las caravanas", subraya Campa. Como buenos asturianos, los dos socios ya se están planteando traerse al Principado "el centro tecnológico de la empresa". Su idea es dar el salto a otras ciudades españolas una vez que el proyecto se asiente en Madrid.

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