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"Quiso bajarme el pantalón", declara la víctima de un intento de violación en Oviedo

El acusado de haber cometido la agresión asegura que estaba sobre ella porque tropezaron con un bordillo y que le tapó la boca "para calmarla"

"Cuando me quise dar cuenta estaba encima de mí, presionándome con la rodilla para que no pudiera moverme". La mujer de 42 años que sufrió un intento de violación en Oviedo el 28 de julio del año pasado relató ayer ante la juez de la sección segunda de la Audiencia lo ocurrido durante una noche que jamás se borrará de su cabeza. Lo hizo en presencia del hombre que se sentó en el banquillo como acusado de haber protagonizado el ataque, que niega rotundamente la versión de víctima y asegura que ese día llegaron a besarse de forma consentida tras haber bailado juntos en las fiestas de Pando. Al finalizar la vista el fiscal del caso no varió ni ápice su petición inicial, por lo que sigue solicitando una pena para el acusado de tres años y medio de cárcel y cinco de libertad vigilada. Como el hombre tiene nacionalidad paraguaya, el ministerio público pide que sea expulsado de España durante un periodo de seis años, en caso de ser condenado.

La mujer sostiene que conoció al acusado en la fiesta de Pando "a última hora de la noche" y que ni siquiera se fijó mucho en él. Había bebido y asegura que no se acuerda con quien se fue, pero tiene claro que no fue con el hombre que ayer estuvo en la Audiencia provincial. Según su versión, a eso de las diez y media de la noche, cuando iba caminando por la calle Turina, recibió un empujón que la hizo caer al suelo. "Se puso encima de mí e intentó besarme y a manosearme. Intentó bajarme el pantalón y llegó a bajarme la cremallera. Traté de torcer la cabeza para evitarlo y comencé a gritar. Le pedí ayuda a una pareja que pasaba por allí".

"¡Me violan! ¡Me violan!", dice haber gritado la mujer. Entonces, el chico al que le pidió ayuda se acercó y le dijo al hombre que la soltase inmediatamente. "Le empezó a decir que me soltase o que iba a llamar a la policía. Me soltó, pero después se encaró con el chico y también le empujó a él", añade la víctima, que acabó con "varios rasguños en los pechos y en las piernas".

La mujer insiste en que no tuvo nada con el acusado el día de los hechos. Incluso ayer, mirándolo a la cara, afirmó que ni siquiera podía reconocerlo. Pero el hombre estuvo en la calle Turina porque lo reconoció durante la vista, aunque su versión de lo ocurrido es muy diferente. "En ningún momento intenté forzarla. Me caí encima de ella porque los dos estábamos bastante borrachos y tropezamos con un bordillo", sostiene el hombre, que aquel día, según afirma, había bebido "ocho cervezas y otros ocho cacharros". El acusado, defendido por el letrado Miguel Ángel Rama, insistió mucho y recalcó varias veces que no es un bebedor habitual y que aquella noche había ingerido una cantidad desmesurada de alcohol. No en vano, el Código Penal contempla como eximente la intoxicación plena por consumo de bebidas alcohólicas y eso es un clavo al que agarrarse.

El acusado también tuvo respuesta cuando el fiscal le preguntó por qué le había tapado la boca a la víctima cuando ésta pidió ayuda, aunque no le convenció mucho al representante del ministerio público. "Lo hice porque quería calmarla. Se alborotó totalmente sin ningún motivo y yo quería que dejase de gritar, pero en ningún momento intenté hacerle daño. Nos habíamos marchado juntos de la mano de la fiesta", sostiene

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