"Hicieron todo lo posible por salvarla, pero su cuerpo ya no podía más". Son las palabras de Nicer Delgado, nieto de la mujer de 87 años que fallecía el pasado miércoles en el HUCA tras atragantarse mientras comía un día antes en una conocida sidrería de Colloto. La familia de la difunta se muestra "eternamente agradecida" a la labor de un policía y un médico que dejaron sus respectivas comidas para tratar de salvar a la mujer y permitieron que esta llegara viva al Hospital, donde fallecería horas después. Dicho agradecimiento lo extienden también al personal del local, cuyos responsables acudieron al entierro de la mujer y aportaron un centro de flores.

Nicer Delgado achaca la pérdida de su abuela, María Feliza Fernández Valle, a un deterioro físico que venía arrastrando desde hace tres meses. "Tuvo un ictus y la dejó tocada", relata. Esa pérdida de facultades pudo haber contribuido a que la mujer se atragantase con un trozo de carne. "Los médicos suponen que le taponó las vías respiratorias", indican los familiares acerca de un infortunio que impidió que la mujer pudiera respirar durante siete minutos.

Los hechos tuvieron lugar a las tres de la tarde del martes. La mujer estaba comiendo con dos hijas y un yerno cuando se quedó sin respiración. Primero trató de ayudarla un policía lavianés destinado en San Sebastián y que se encontraba en el local disfrutando del día de descanso. Este le practicó la maniobra de Heimlich en una decena de ocasiones y no consiguió nada. Luego llegó un médico que estaba participando en una comida de Protección Civil y le practicó la reanimación cardiopulmonar para conseguir seguidamente que el corazón de la mujer volviera a latir durante varias horas.

La anciana llegó viva al centro sanitario y aunque parecía estable ya apenas respondía a estímulos. "Solo respondía al dolor, pero ni siquiera abría ya los ojos", explica su nieto acerca de una agonía que duró varias horas y no hizo más que condenar a una mujer que durante el último trimestre había luchado por dejar atrás las secuelas provocadas por el accidente vascular sufrido en el cerebro.

La atención de los "héroes" que trataron de salvarla se extendió más allá de los intentos por reanimarla. El policía visitó a la familia en el Hospital y los responsables del establecimiento hostelero se desplazaron hasta Mieres para brindar un último adiós a la clienta que encontró la muerte mientras disfrutaba de una comida familiar. "Acudimos a despedirla y la familia nos recibió con los brazos abiertos y muy agradecidos", indica Iván Suárez, propietario de la sidrería El Tonel, en Colloto, donde tuvo lugar el atragantamiento.

El hostelero aportó para la despedida de la mujer un centro de flores, ganándose el agradecimiento eterno de una familia, que dice ser conocedora de la bondad del propietario. "Se portaron de manera excelente y demostraron una gran profesionalidad y cariño tras el golpe que recibió la familia", explicó Nicer Delgado, quien no dudó en hacer público dicho agradecimiento a través de las redes sociales.

Todas las partes consideran lo sucedido un accidente del que nadie puede estar libre, pero ven en esta experiencia una llamada de atención sobre lo importante que es tener cerca un desfibrilador o una persona que cuente con conocimientos para realizar maniobras de reanimación para problemas como los ataques al corazón.