Los vecinos de San Esteban de las Cruces están que trinan con la llegada de la temporada estival. La creciente presencia de turistas en la zona, en su mayoría para visitar el zoológico del Bosque, está generando situaciones tensas entre los visitantes y los lugareños, que debido a la ausencia de espacios para estacionar se encuentran con problemas para salir y acceder a sus propias viviendas.
La campaña impulsada por el centro de naturaleza para atraer visitas tras los duros meses de confinamiento ha disparado la presencia de foráneos en la zona. El problema, aseguran, son los accesos, pues la estrechez de los caminos y la falta de un aparcamiento lleva a muchos de los visitantes a dejar sus coches aparcados en lugares de paso o entradas para las casas. "Hay gente que tiene que esperar varias horas hasta que llegan los dueños del coche para abrirle paso", denuncia el vecino Rodrigo Cabo.
Las soluciones planteadas por los vecinos son varias. Instan al Ayuntamiento a aprovechar un viejo camino para crear "un acceso digno" hacia el zoológico y también le animan a habilitar algún espacio para dejar los coches, eso sí, sin afectar a sus propiedades. "Alguna vez tuvieron la tentación de hacer expropiaciones para beneficiar al zoológico, pero lo rechazamos porque nos parecía injusto", indica Cabo.
Los afectados creen que se mezcla la falta de soluciones por parte de la administración, pero también apuntan al incivismo de los turistas. "Tenemos algunos portones llenos de golpes de gente que da vuelta con el coche y ni avisa", se quejan los afectados, quienes piden al Ayuntamiento un trato similar al recibido por el zoológico. "Entendemos que promuevan las visitas a ese espacio privado, pero también deberían de atender a los vecinos", explican.
El enfado de las gentes de San Esteban de las Cruces es tal, que ya se plantean soluciones imaginativas. "Como los que vienen son gente tan amante de lo natural podrían aparcar a las afueras del pueblo y caminar 500 metros y así estaríamos todos contentos", plantean con un tono un tanto bromista, que esconde un apreciable sentimiento de indignación.
