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El calvario de ser un enfermo renal

La saturación del HUCA lleva a 15 ovetenses a tener que estar hasta ocho horas fuera de casa para someterse a diálisis en Gijón

Josefa Jiménez, ayer en su casa de La Corredoria. LNE

Josefa Jiménez está muy nerviosa. El miércoles de la semana pasada le sometieron a una operación para quitarle su segundo riñón -hace cinco años perdió el otro-. Ha iniciado el tratamiento de diálisis en el HUCA pero, a partir del jueves, comenzará lo que intuye como un calvario. La falta de plazas para someterse a diálisis en el HUCA la obliga a desplazarse hasta las instalaciones de la Cruz Roja de Gijón, donde ya acuden regularmente otros 14 ovetenses, llegando en algunos casos a consumir ocho horas fuera de casa entre tratamientos y desplazamientos en ambulancia.

"Hemos presentado una queja formal porque esto no es tolerable", denuncia María de los Ángeles Díaz, hija de la paciente de 67 años, visiblemente enfadada por una decisión que ve "injusta y sobre todo ilógica". Díaz vive en La Corredoria, pero la escasez de medios en el centro sanitario ovetense para este tipo de tratamientos obliga a su progenitora a realizar desplazamientos de más de media hora en coche y eternos en casos de utilizar la ambulancia.

La familia se muestra indignada, no solo por su situación, sino por la del resto de vecinos de la capital afectados por esta circunstancia. "Nos han dicho que en total son 15 los pacientes que tienen que ir a hacer diálisis a Gijón por culpa de esta situación", explica la hija de una mujer cuyas dos primeras sesiones, la primera ayer y la segunda el próximo martes, se realizarán todavía en la ciudad. "En principio hasta el jueves no tendrá que desplazarse", señala.

De momento, Josefa Jiménez no pierde del todo la esperanza. Su hija ha puesto una queja formal a Sanidad. En la misma, alega que su madre fue sometida a una operación de unas "cinco o seis horas" que la ha mermado considerablemente y ve difícil que pueda soportar largos desplazamientos ni demasiadas horas alejada de casa. "Hay casos de personas que echan cuatro horas sólo en el trayecto", avisa Maria de los Ángeles Díaz haciéndose eco de un usuario octogenario cuya vivienda es la última parada del grupo de usuarios que son transportados en ambulancia para someterse a este tipo de tratamientos tres veces a la semana.

En ese caso extremo son 24 horas a la semana, todo un día, el tiempo que emplea el paciente en un tratamiento necesario para su supervivencia. La solución, destacan, es una cuestión de voluntad política. "No se puede consentir que se tenga el viejo HUCA cayendo y la gente de Oviedo tenga que enfrentarse a este calvario para ser atendido como dios manda", indica la denunciante de la situación, cuyo enfado, asegura, es compartido incluso por el personal médico del hospital. "Nos dicen que los medios son escasos y nos animan a denunciar los hechos para cambiar la situación", relata.

Mientras tanto, Josefa trata de afrontar el problema con la mayor entereza posible. La paciente ha abandonado voluntariamente su piso de Vallobín para trasladarse a la casa de su hija en La Corredoria. Desde allí, el recorrido hasta el hospital es casi inexistente y la familia consigue hacer un hueco para poder trasladarla sin perjudicar a sus horarios laborales. "Está muy débil de momento y solo desea que los tratamientos sean lo más llevaderos posibles", comenta la familia acerca de una mujer que en apenas quince días se enfrentó a una incómoda operación quirúrgica y ahora tiene que afrontar "unas trabas perfectamente subsanables".

Fuentes sanitarias señalan que la saturación de los servicios de diálisis viene de lejos. Asturias es una de las regiones con más enfermos renales crónicos en España. Concretamente, se calcula que unos 1.400 asturianos precisan diálisis o están esperando por un trasplante de riñón. Estas elevadas cifras hacen que las instalaciones se queden pequeñas y los pacientes apenas tengan margen para escoger los horarios que mejor se adapten a sus circunstancias. Pese a todo, los familiares de los pacientes consideran que este exceso de enfermos debería de ser previsto por la administración y que debería poner todos los medios necesarios para velar por la salud de los enfermos crónicos. "Tendría que ser una prioridad y no suponer ninguna excusa porque esto ya se sabía hace tiempo", se quejan los allegados de Josefa.

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